—¡Basta, no sigas, te lo ruego! —exclamé, doblada de la risa—. No puede ser verdad.Eliza dejó de reír y fingió seriedad.—¿Ah, no? Pues si esto te ha gustado, espera a oír lo mejor.—¡Oh, habla, habla!Estaba encantada de que ella y yo hubiéramos encontrado, por una vez, algo de que reírnos juntas. Era agradable sentirse parte de un equipo, una mitad en la batalla contra el opresor. Entonces me di cuenta de lo diferente que habrían resultado los meses que llevaba trabajando allí, si ella y yo hubiéramos sido amigas, si nos hubiéramos cubierto y protegido, si hubiéramos confiado la una en la otra lo bastante para resistir ante Markus como un frente unido.—¿Lo mejor? —Hizo una pausa para prolongar la diversión—. Markus no llegó a enterarse, claro, pero el caso es que, aunque el vuelo de Delta despegó antes, tenía programado aterrizar ocho minutos más tarde que el vuelo de la línea Continental.—¡Para! —aullé, entusiasmada con ese nuevo dato—. ¡Tienes que estar bromeando!Cuando por f
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