Fue como una explosión, un tsunami de deseo, tan intenso que le hacía suplicar, rogar. Pronto estaba gimiendo al sentir la invasión de su lengua en la boca, ocupándola, poseyéndola. Por un segundo, Vittorio rompió el beso, pero solo el tiempo necesario para empujarla contra la pared y recorrer su cuerpo ansiosamente, desnudándola en su recorrido. Sus ojos se oscurecieron cuando cubrió sus senos desnudos con las manos; tras dedicarles una breve atención, se arrodilló, le bajó las bragas y la tomó en su boca, ya húmeda y lista para él. Andrea supo que una caricia más de su lengua le provocaría el orgasmo. Pero no era eso lo que quería; lo quería a él. —Por favor... - como siempre, el Rossi supo lo que le pedía. Incorporándose, atrapó su súplica en un beso ardiente a la vez que la levantaba y sujetaba sus piernas alrededor de su cintura, antes de liberar su sexo en erección. Una nueva súplica escapó de los labios de ella cuando Vittorio le hizo sentir su miembro en su delicado núcleo y
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