Caden y Miriam habían marchado a la nueva mansión, en todo el trayecto él no le dirigió la palabra a Miriam, ni siquiera había volvió a verla. Aquella actitud logró herirla, ella aún tenía la esperanza de conquistar a su apuesto esposo. Después de bajar del carruaje, Gilbert abrió la puerta y ayudó a bajar a Miriam. Ella permaneció de pie esperando a que Caden bajara del carruaje, pero al hacerlo Caden le pasó, por un lado, y la dejó parada sin dirigirle la palabra. Miriam entró a la mansión con rabia.—«Saludos cordiales, estimados, señores» —expresó el Mayordomo, quien se encontraba enfrente de varios sirvientes que se encontraban capacitados para recibir al nuevo matrimonio.—Lleven a la señora Greenwood a la habitación principal —manifestó Caden—.—Como usted diga, señor —dos sirvientas subieron el equipaje de Miriam y la acompañaron.—Los demás puede ir a descansar —. Después de que el resto de la servidumbre se marchara, Caden fue al bar, tomó una botella de Brandy, y luego subi
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