Arianna había decidido darse una vuelta por la tienda de la madre de Angelina, solicitó permiso a su tía para usar uno de sus carruajes. Emilia, por su parte, no quiso enfrentarle la adversidad, era preferible no reprimirla y permitirle que luchara por el hombre que amaba, aunque eso auguraba dolor y muchas noches de insomnio y lágrimas.—Te deseo toda la suerte, querida. Ojalá tengas mejor suerte que la mía. —expresó con total sinceridad la duquesa. Arianna observó en los ojos de su tía que existía temor, advirtió que la duquesa madre no quería que ella saliera lastimada, no solo por el hecho de que Michael sintiera un profundo agradecimiento hacia esa mujer llamada Clara, sino también por la profunda ruptura que existía entre él y ella. A pesar de que Michael la tratara con respeto, aquellos ojos azules le evocaban la verdad de su ser, y le expresaban su desprecio y dolor. La duquesa observó desde el balcón cómo Arianna salía de la propiedad en uno de los carruajes. Se aseguró pe
Arianna ingresó a la tienda de Clara sin tener en cuenta que Michael había notado su talento. La dama, al observar los diseños exclusivos que decoraban las vitrinas con estilo y elegancia, tuvo que aceptar la realidad de que la tienda presentaba un gran estilo. Al examinar esos detalles, supo que Angelina no sería la personificación definitiva de la pobre niña hija de una sirvienta. Mientras caminaba observando y detallando cada pieza de la colección de los vestidos y accesorios que ofrecían, Amelia se le acercó para atenderla:—Hola, señorita, ¿cómo puedo ayudarla?—Me gustaría probarme el atuendo que se encuentra en el mostrador, el de color lila claro.—respondió Arianna con una sonrisa amable.—Lo traeré de inmediato —cuando Amelia pretendía salir a buscar el traje, Arianna la detuvo.—¿Considera que sea de mi rango? Siempre he tenido a una modista que me hace los trajes a la medida, pero en realidad me he enamorado de ese vestido —Amelia sonrió.—A no se inquiete, señorita, de no
Arianna llegó en silencio a la mansión. Jaime, el cochero que le había asignado su tía, la acompañó hasta la entrada de la residencia con el paquete que contenía el vestido. Luego, se lo entregó a uno de los sirvientes que abrió la puerta para dejar entrar a Arianna. Otra mucama se presentó para recoger el sombrero y el abrigo de la mujer. Una vez más tranquila y después de haber entrado en calor, hizo ademanes de subir las escaleras para ir hasta donde su tía y contarle sus apreciaciones sobre Angelina, pero sus deseos fueron frustrados cuando una segunda mucama llegó a la sala para avisarle que el duque la esperaba en su despacho.Arianna caminó hacia el despacho, mientras caminaba por los amplios y decorados pasillos, no podía dejar de pensar en Angelina, aquella joven que se había comportado de forma hospitalaria con ella en el instante en que sintió desfallecer, entre esos pensamientos llegó a la puerta y ahí se detuvo.—No puedo reflexionar en Angelina con gusto porque ha sido a
Una vez más, las lágrimas acompañaban a Angelina, las rosas azules e invernales continuaban apareciendo debajo de su ventana, Caden las dejaba ahí como un recordatorio de su amor, un amor que la estremecía. —Si me amabas, ¿por qué no luchaste por mí? —hablaba consigo misma mientras contemplaba la rosa azul. Experimentó tanta tristeza y rabia que ni siquiera el encuentro con Branimir y la felicidad de su madre lograron sofocar por completo el estruendo que experimentaba. Esa ansiedad que surgía de pronto sin ser invitada y la consumía llena de desespero y dolor estremecedor, había momentos en los que sentía que perdería la cordura, entonces regresaba al trabajo para olvidar su dolor, ¡Caden Greenwood no merecía ni una sola de sus lágrimas! Angelina optó por eliminar sus emociones hacia él, y las imágenes de su matrimonio con Miriam Hamilton la volvió a desconcertar. Caden le había arrancado el orgullo, su engaño la había trasladado a la realidad, una realidad que no había sido posib
—Esta invitación ha llegado hoy. Es del duque de St. Moritz, que ha tenido la gentileza de invitarnos a su baile que se efectuara en dos semanas. —Caden tomó la invitación y Miriam procedió a tomar la vuelta para abandonar la sala; sin embargo, Caden la retuvo y la tomó del brazo. Miriam giró con temor y Caden observó en sus ojos que se encontraba en una situación defensiva. Posteriormente, elevó la mano de su esposa para besarla. La mujer persistía en su indiferencia, no podía creer que Caden estuviera mostrando gestos afectuosos hacia ella, supuso que algo quería, sin embargo, ella no iba a caer en su juego. Caden solicitó a los empleados que se marcharan para descansar, debido a que por aquella noche ya no necesitarían de sus servicios.—¿Cómo fue tu día en casa de mis padres? —le preguntó mientras leía la invitación.—Bien, Alyssa y tu madre son muy buenas personas conmigo.—Mientras más ceros haya en la cuenta bancaria de tus padres y más poderosa sean las raíces del linaje, por
La duquesa caminaba hacia el comedor cuando oyó sin querer a Michael preguntando a su tío con apremio si ya Clara había recibido la invitación.—Se encuentra en sus manos y esta misma tarde ella le comunicará a Angelina acerca de la fiesta —Emilia, desde el ángulo que se encontraba, pudo observar cómo los ojos de él se iluminaban con un resplandor que no daba lugar a dudas: Michael estaba entusiasmado con esa mujer. Una vez que Michael y William terminaran la conversación, este último salió dejando solo a Michael en el comedor. Emilia se dejó sentir, giró hacia ella y, al verla, la sonrisa se le borró de la cara.—Es evidente que existen costumbres que no serán alteradas en ningún momento, tu brillante sonrisa se oscureció con rapidez al observar mi llegada, evidenciando que en vez de contemplar a un ser humano, viste al monstruoso diablo.—Por favor, discúlpame, pero como ya es de tu conocimiento, soy una persona que no puede ocultar lo que siente, y tampoco me interesa esforzarme en
—Lo único que puedo decirte es que tenga fe ¡Y ya no preguntes más! —Angelina entrecerró los ojos y examinó a su madre. Un antiguo recuerdo llegó a sus memorias, recordando la tarde en la que acompañó a su progenitora a la imponente residencia del Duque. Para aquella época, ella no tenía idea de que se trataba del Duque de St. Moritz. Siguió presionando sus recuerdos y pudo traer a ella la imagen del rostro del Duque. En aquel entonces, ya era un hombre maduro, pero no viejo y con un atractivo regio. Ella le calculaba la misma edad que Branimir. Sintió nostalgia al recordar, ya que junto a él se encontraban también los recuerdos de Michael, recuerdos hermosos junto a él, de su primer beso, era triste saber para Angelina que sus cartas cesaron con rapidez y junto a ellas un sinfín de promesas.—¿Cuál será su apariencia en este momento?—interrogó Angelina, siendo consciente de su madre, quien seguía con los adornos del vestido.—¿Cómo lucirá quien, hija mía?—Michael —Clara detuvo lo qu
Caden había arribado temprano aquella mañana, aprovechando la actividad de Miriam para elegir el atuendo que sería necesario para el baile del duque. A pesar de que él no deseaba asistir a tal celebración, reconoció que había caído como anillo al dedo. El baile del nuevo duque le había dado un instante de descanso al asedio de su esposa. Caden solicitó a Gilbert que detuviera el carruaje en una esquina, ahí lo esperaba un hombre. Al estacionarse el carruaje, el hombre subió y se sentó frente a Caden. —Gilbert continúa hacia el destino que te ha asignado —. Una vez que la marcha se había reanudado, Caden comenzó su conversación con el hombre. —¿Ha cumplido con mi petición, estimado señor Collins? —el individuo observó a Caden con cortesía y profesionalismo, giró hacia la ventana del carruaje, y el sol que se colaba hizo relucir el impecable cabello negro y perfectamente peinado del señor Collins. —Por supuesto, he estado vigilando a la señorita Elliot —respondió al final gi