—Lo único que puedo decirte es que tenga fe ¡Y ya no preguntes más! —Angelina entrecerró los ojos y examinó a su madre. Un antiguo recuerdo llegó a sus memorias, recordando la tarde en la que acompañó a su progenitora a la imponente residencia del Duque. Para aquella época, ella no tenía idea de que se trataba del Duque de St. Moritz. Siguió presionando sus recuerdos y pudo traer a ella la imagen del rostro del Duque. En aquel entonces, ya era un hombre maduro, pero no viejo y con un atractivo regio. Ella le calculaba la misma edad que Branimir. Sintió nostalgia al recordar, ya que junto a él se encontraban también los recuerdos de Michael, recuerdos hermosos junto a él, de su primer beso, era triste saber para Angelina que sus cartas cesaron con rapidez y junto a ellas un sinfín de promesas.—¿Cuál será su apariencia en este momento?—interrogó Angelina, siendo consciente de su madre, quien seguía con los adornos del vestido.—¿Cómo lucirá quien, hija mía?—Michael —Clara detuvo lo qu
Caden había arribado temprano aquella mañana, aprovechando la actividad de Miriam para elegir el atuendo que sería necesario para el baile del duque. A pesar de que él no deseaba asistir a tal celebración, reconoció que había caído como anillo al dedo. El baile del nuevo duque le había dado un instante de descanso al asedio de su esposa. Caden solicitó a Gilbert que detuviera el carruaje en una esquina, ahí lo esperaba un hombre. Al estacionarse el carruaje, el hombre subió y se sentó frente a Caden. —Gilbert continúa hacia el destino que te ha asignado —. Una vez que la marcha se había reanudado, Caden comenzó su conversación con el hombre. —¿Ha cumplido con mi petición, estimado señor Collins? —el individuo observó a Caden con cortesía y profesionalismo, giró hacia la ventana del carruaje, y el sol que se colaba hizo relucir el impecable cabello negro y perfectamente peinado del señor Collins. —Por supuesto, he estado vigilando a la señorita Elliot —respondió al final gi
El día de la celebración del baile había llegado. Desde tempranas horas, las damas invitadas se preparaban para el prestigioso acontecimiento. En la residencia de Clara y Angelina se observaba la misma situación. Clara transcurrió horas a la espera de que su hija se mostrara en el mejor estado posible. Buscó cada accesorio con tanto cuidado que cada pieza combinara de manera perfecta, estaba decidida a que su hija brillara esa noche. No obstante, sentía temor, no sabía cuál sería la reacción de Angelina cuando volviera a ver a Michael, y descubriera que él no era el joven que ella siempre imaginó. En aquella fiesta, Michael, el cuidador de caballos, no la esperaría, en esa celebración conocería al verdadero Michael Davenport, duque de St. Moritz. —Espero que me comprendas, hija, y no me odies por haber ocultado esta gran verdad… —Dios mío, más que nadie sabes que era un secreto que no me pertenecía —se dijo Clara así misma mientras observaba el vestido de su hija sobre el maniquí ya c
Los resplandores de los fuegos artificiales engalanaban el cielo nocturno sobre la mansión. El ruido que desprendían al estallar lograron que Angelina se pendiera de la ventana de nuevo para ver el espectáculo. Se percató de que la magnífica y lujosa verja estaba abierta; caballeros elegantes protegían la entrada principal, situados de cada lado de la verja, dando la bienvenida y revisando las invitaciones. La mirada era insuperable, los recuerdos que tenía de aquella mansión no le hacían justicia, tanta magnificencia no se quedó atesorada en su mente, entonces agradeció a su madre que le hicieron aquel vestido tan adecuado con la ocasión.—Estoy nerviosa —manifestó Angelina, y sintió cómo su cuerpo se volvía acelerado, como si se tratase de una premonición. Tenía la certeza de que Caden se encontraría en ese baile junto a su esposa.—No lo estés, yo estoy contigo —Clara volvió a apretar la mano de su hija y sintió que temblaba de nuevo.—Y yo también, no las dejaré solas —Agregó Brani
Momentos antes de que Angelina saliera al jardín.Desde un lugar tranquilo, Michael observaba a los invitados que aún no se percataban de su presencia. Ralph se le acercó y le comunicó que sus invitados especiales habían llegado acompañados de su tío William. Michael se mostró entusiasmado con la llegada de las damas, habían transcurrido nueve años que no veía Angelina, entonces se fijó en la mesa que ocupada Clara con Angelina y William.—“Angelina, qué hermosa mujer te has vuelto”, reafirmó Michael sintiendo una estampida en el pecho mientras observaba a Angelina desde la distancia.—Observo que la dama lo ha afectado —le dijo Ralph.—Ella siempre ha tenido ese impacto en mí —Ralph, que era uno de sus sirvientes de confianza, sonrió por la declaración de Michael —Ralph ve a la mesa y saluda a mi tío.—Como usted mande —dijo, Michael volvió a mirar hacia la mesa, observó que los Greenwood habían llegado, permaneció un momento observando la escena, no se quitó hasta que Ralph llegó a
—Saludos cordiales, damas y caballeros, es un placer abrir de nuevo las puertas a la casa de mi padre, lord Benedict Davenport. Les extiendo mi gratitud a todos los presentes, especialmente a aquellos que han dejado de lado sus intereses en esta noche con el fin de honrarme. Es un auténtico placer tenerlos presentes en mi hogar esta noche. Alcen sus copas y beban a mi nombre, el nuevo duque de St. Moritz —. Todos aplaudieron con entusiasmo. Angelina se abalanzó y experimentó un leve malestar, mientras Michael notó la repentina falta de aire de la joven. Michael observó la persistente desagradable sensación de malestar de Angelina y se dirigió a su asistencia. Clara también observó la respuesta y procedió a su rescate, sin embargo, William no lo permitió. —¡Mi hija necesita mi ayuda, se puso mal! ¡Soy responsable de esta situación, William, y es mejor que ella y yo nos marchemos! —Deja que Michael se haga cargo, le toca a él decirle la verdad y debemos disimular, no queremos que la ge
Angelina bajó de carruaje con rapidez y entró a la casa sin despedirse de William, luego subió apresuradamente a su cuarto y pasó la llave. Clara la observó con frustración desde la entrada, no pudo detenerla. La mano de William sobre su hombro la hizo girar hacia él.—Lo lamento mucho, Clara. No quería que fuera de esta forma, permite que suba y converse con Angelina, te lo debo por el gran favor que te solicité —Clara apoyó su mano sobre la de William.—No, William, debo hacerlo yo sola. Ahora ve a descansar y habla con Michael. Dile que estamos bien muy agradecidas por la velada —William abrazó a Clara y luego partió prometiéndole que regresaría.Clara subió hacia la habitación de su hija, desde la puerta oyó sus sollozos, quiso tocar, pero lo reprimió, con dolor comprendió que no era el momento, lo mejor era dejar que Angelina depurara su dolor, ya más tarde la abordaría.***Caden y su esposa optaron por alojarse en la residencia de Gerald y Liza, donde Miriam anhelaba expresar su
Clara se armó de valor y tocó con decisión la puerta de su hija.—Angelina, ¿podemos conversar? —el silencio respondía a su pregunta, la mujer volvió a insistir. —Hija, te ruego que me brindes la oportunidad de explicarte todo y defenderme —esta vez Angelina no ignoró a su madre y decidió abrirle. Clara se sintió incómoda cuando vio la expresión de su hija, se percibía que había llorado durante toda la madrugada. —¡Oh cariño! Las cosas no son como las supones! —Angelina le dio la espalda sin decir nada, Clara entró y cerró la puerta tras de ella. —Angelina mírame. —No quiero hacerlo, abrí la puerta para escucharte, aunque me duela el alma, eso no me hace olvidar que eres mi madre y de todo lo que has hecho por mí. —Clara estaba triste y trató de calmarse y fue a la peinadora de Angelina donde posaba la caja de música que le había regalado Michael. —Todo comenzó con este regalo que Michael te otorgó. —Angelina giró para ver a su madre, no había entendido el comentario —. De