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Todos los capítulos de UNA PARTE DE MI - LIBRO 1: Capítulo 31 - Capítulo 40
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CAPITULO 27
JOAQUÍN—¿Estás segura de que puedes subir este monstruo? —le pregunto a Mía en el primer escalón de Monserrate.Pone los ojos en blanco y Andrés le echa una mirada, como diciendo «¿qué tal con este?»—No es la primera vez que subo, Joaquín. Me preocupo más de ti. No creo que lo logres a la primera.«Con que esas tenemos…»—¿Quieres apostar? —la reto.—Te espero arriba. Trata de no demorar tanto, bebé —me dice Mía.—Presumida. Prepárate para pagar tu apuesta.—Suerte. —Andrés me palmea el hombro.¡Joder!Monserrate era de mis lugares favoritos en Bogotá, tenía la mejor vista de la ciudad y antes lo subía con frecuencia para tomar fotos, especialmente en las noches. Han pasado años de eso, y tengo que admitir que no siempre lo hacía caminando. Usaba el teleférico, porque también me daba otros ángulos para capturar el paisaje.Subir estos mil seiscientos y cinco escalones era todo un reto para mí en estos momentos. Dudo que Mía pudiera hacerlo sin ayuda, pero es terca. Debo estar cerca
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CAPITULO 28
MÍAAl final de la semana habíamos hecho planes para ir todos al festival de verano. Era un plan imperdible en estas fechas. Después de la pandemia, la gente estaba loca por hacer algo diferente en la ciudad y los parques estaban a punto de reventar.Me dio la impresión de que Joa no quería venir, así que le pregunté cuando llegamos, y nos sentamos debajo de unos de los árboles del parque Simón Bolívar. La vista del lago era preciosa y, a pesar del sol, el clima era agradable.—¿Tenías otros planes para hoy?Me mira extrañado.—No, ¿por qué?—Porque pareces incómodo, como si no quisieras estar aquí. Podemos irnos si quieres.No tenía ningún problema con pasar otro fin de semana con él, viendo películas en mi cuarto.—Te ves contenta de estar aquí.—No siempre se trata de mí, Joaquín.—Difiero.—No cambies el tema. Anda, dime, ¿Qué tienes?Sin importar la gente que estaba alrededor, ni siquiera nuestros amigos, que se encontraban a pocos metros, me senté a horcajadas sobre sus piernas
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CAPITULO 29.1
MÍALos primeros meses de universidad han pasado volando. Debe ser por lo magnífico y perfecto que ha sido. Joaquín y yo nos vemos allí todos los días por las mañanas y en las tardes y noches, en mi casa. Papá dice que le proponga mudarse a mi cuarto. Lo dice en broma obviamente. Para él, Joa es mi novio. ¡Dios! ¡Si hasta lo nombró yerno hace dos días en la cena! Joaquín casi se ahogó con una albóndiga.—Yerno, ¿me pasas la sal, por favor?Joaquín miró a ambos lados como si le hablara a otra persona. Cuando por fin logró tragar el pedazo de carne que tenía atorado en la garganta, le pasó la sal.—Gracias, yerno.No sé cómo hice para aguantar las ganas que tenía de tirarle el salero en la cabeza.No ha sido el único bochorno que he pasado por culpa de mi padre. Lo trata como si ya me hubiera casado con él: le dice «hijo». ¡Por Dios santo!Ni hablar de la abuela… Viene a casa tres o cuatro veces por semana, siempre a la hora que Joa está acá. Le mete conversación, lo abraza, lo besa, le
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CAPITULO 29.2
Sabía que al entrar en el mundo de la medicina, mis horas de sueño se reducirían drásticamente, pero ¡virgen santa! ¡Ni siquiera había terminado el primer semestre todavía!La semana pasada había sido caótica, especialmente por mis compromisos en la universidad. Los segundos parciales me tenían agotada. El ritmo era implacable y parecía que el tiempo se desvanecía entre las conferencias, las tareas, las interminables sesiones de estudio y las horas en el anfiteatro estudiando cadáveres. Cada día era una lucha constante para mantenerme enfocada y no sucumbir al cansancio. Aunque mi pasión por la medicina me motivaba a seguir adelante, debo admitir que en algunos momentos me sentí abrumada.Me dolía la pierna, más veces de las recomendadas y por mi falta de tiempo, me había saltado dos secciones de terapia. Por si fuera poco, no había visto a Joaquín desde hace una semana, aunque hablamos todos los días antes de dormir y el sexo telefónico era increíble. Ni siquiera nos habíamos cruzado
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CAPITULO 30
«Debilidades. No tenías ninguna, solo una: que ya lo amaba.»MÍAHoy es sábado y Lara y yo estamos en las gradas del estadio de la universidad. En unos minutos termina el partido de fútbol que los muchachos juegan. Vamos ganando 2 a 0. Ver a Joaquín jugar es muy emocionante y erótico, tengo que reconocer. Es bastante competitivo y ofensivo en la cancha. Verlo correr, sudar y cómo sus músculos se tensan, me tiene un poco acalorada. Lara no le quita los ojos de encima a Frank que, por cierto, marcó los dos goles que ahora tienen victorioso al equipo.—¡Gol! —grita Lara, y yo brinco de la banca—. ¡Golazo! ¡Eso es, cariño! ¡Eres el mejor!Yo solo aplaudo enérgica mientras río y atisbo cómo Frank se quita la camiseta y la mueve sobre su cabeza. Salimos de las gradas y vamos a la cancha para reunirnos con los chicos. Vemos de lejos a Joa, Frank y el Costeño tomando una bebida energizante. Se quitan las camisetas y respiro hondo al ver el pecho velludo de Joaquín, sus abdominales planos y su
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CAPITULO 31
«Ese momento exacto, en el que te das cuenta que te estás enamorando, y caes, caes, caes.»JOAQUÍNAcabo de dejar que Mía se vaya de los vestidores de la universidad. Estaba llorando y furiosa como nunca pensé que llegaría a verla.¿En qué momento pasó toda esta mierda? ¡Maldita sea! Vivian me va a escuchar. Salgo como alma que lleva el diablo a la cancha de fútbol y encuentro a Vivian hablando como si nada con sus amigos. Ni siquiera estudia aquí, ¿a qué coño ha venido?—¡Vivian! —le grito, tirando de su brazo y llevándola al final de las gradas.—Espera, ¿qué te pasa? —pregunta la muy cínica.—No te hagas la idiota. ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Cómo se te ocurre besarme? ¿En qué estabas pensando?—No es para tanto, fue un beso de amigos, nada más. Ni que fuera la primera vez. Fue solo un pico de felicitaciones —me responde de lo más fresca.—Un pico… de amigos. ¿Crees que soy imbécil o qué? Te conozco muy bien, sé que no haces nada sin segundas intenciones. ¿Qué quieres? Dime, ¿tan urg
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CAPITULO 32
«Nunca te conocerás hasta que no enfrentes tus peores miedos.»MÍACuando el clima se puso demasiado frío para bañarse en la piscina, Lara y yo pasamos el resto de la tarde en su sala viendo películas y comiendo palomitas. La he notado más callada de lo normal, de modo que le pregunto el motivo.—Es por mi padre, y todos los problemas que se nos vienen encima —responde a punto de llorar.Me acerco a ella en el sofá y la abrazo.—¡Oh, Lara! Cuánto lo siento. Sabes que cuentas conmigo para lo que sea.—Lo sé. Temo que no puedes hacer mucho, solo prestarme tu hombro para llorar o quizás darme posada en tu casa.¿Qué?—¿Por qué dices eso?Se limpia la cara con el top de su traje de baño.—Como van las cosas, mi papá terminará preso y nosotros en la calle, Mía. Mi madre está iniciando la venta de casi todas nuestras propiedades para que no las embarguen.¡Dios! Nunca imaginé que fuera tan grave.—Sé que es mi padre y nunca podemos imaginar nada malo de las personas que amamos, pero estoy s
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CAPITULO 33
«De repente tienes en tus manos aquello que nunca esperaste y creías imposible.»JOAQUÍNCuando salgo del baño, Mía ya no está. Abandono el cuarto así, en bóxer como me encuentro, y la busco en todo el segundo piso. No está. Abro la puerta de Lara y la veo con Frank durmiendo todavía. Bajo al primer piso. Esta casa es enorme y no sé dónde podría estar.No creo que se haya ido. Me detengo cuando miro el patio a través del cristal y la veo. Está cambiada con la ropa de ayer y tiene suelto el cabello, que le llega a la cintura.Camino hacia ella y la abrazo por detrás, rodeo su cuerpo y le beso la cabeza. No le digo nada. Disfruto de su contacto y del paisaje, que es impresionante, y más a esta hora cuando apenas está saliendo el sol. Me encantaría tener mi cámara en este momento.Apoya su cabeza en mi hombro y la veo recibir los primeros rayos de sol del día con los ojos cerrados. Se ve majestuosa. Perfecta. Parece un ángel.—Pareces un ángel. —Le beso la frente.Está triste. Sonríe con
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CAPITULO 34
«Necesitamos tanto lo malo como lo bueno para crecer como personas.»JOAQUÍN—Ayer vi tu blog —me dijo Mía desde la piscina.Así que lo ha descifrado. Dejo de ver el teléfono y me concentro en ella. Desde donde me encuentro sentado puedo ver a la perfección su cuerpo bajo el agua.—¿Y qué te pareció?Finge pensarlo varios segundos y luego responde:—No es porque me gustes o porque me parezcas el tipo más sexy del planeta, que quede claro que soy lo más imparcial posible —reímos. —Me encantó. Tienes talento, sobre todo para los paisajes.Es lo que más me gusta. Me siento orgulloso.—Gracias. Mi padre dice que es basura.Mía tuerce la boca con disgusto.—Tu padre seguro no tiene sentido del buen gusto.Me carcajeo.—Ya no le hago caso. ¿Cuál foto te gustó más?—Una de La Candelaria, creo que en el atardecer. Se ve el cielo con varios colores, el sol ocultándose, la montaña y las nubes tocándose y las casas de colores. Es hermosa.Sé cuál es. También es una de mis preferidas.—Tienes muc
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CAPITULO 35
«Los problemas del mundo son simplemente regalos de personas que claramente necesitaban sentirse muy importantes.»MÍAHace dos días que tengo una fuerte tos. Creo que el chapuzón en la piscina y el aire demasiado puro en la casa de Lara no me han sentado nada bien. Hoy es miércoles y me he levantado como he podido de la cama. Me duele hasta la punta del dedo, por no mencionar el pinchazo que siento en el pecho cada vez que toso. Hace mucho tiempo que no me enfermaba.Tengo mi carro nuevo desde ayer. Joaquín me acompañó a recogerlo y estuvimos haciendo la ruta de la casa a la universidad mil veces hasta que, según él, la tuve más que pillada. Estos días han sido alucinantes. Me lleva de la mano a todas partes, especialmente en la universidad. Todos nos miran por donde transitamos. No es que me desagrade, pero prefiero pasar desapercibida.He escuchado en el baño comentarios acerca de nosotros; unos buenos, otros no. Hay gente que ve con buenos ojos y aprueba nuestra relación y dicen q
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