CAPITULO 33

«De repente tienes en tus manos aquello que nunca esperaste y creías imposible.»

JOAQUÍN

Cuando salgo del baño, Mía ya no está. Abandono el cuarto así, en bóxer como me encuentro, y la busco en todo el segundo piso. No está. Abro la puerta de Lara y la veo con Frank durmiendo todavía. Bajo al primer piso. Esta casa es enorme y no sé dónde podría estar.

No creo que se haya ido. Me detengo cuando miro el patio a través del cristal y la veo. Está cambiada con la ropa de ayer y tiene suelto el cabello, que le llega a la cintura.

Camino hacia ella y la abrazo por detrás, rodeo su cuerpo y le beso la cabeza. No le digo nada. Disfruto de su contacto y del paisaje, que es impresionante, y más a esta hora cuando apenas está saliendo el sol. Me encantaría tener mi cámara en este momento.

Apoya su cabeza en mi hombro y la veo recibir los primeros rayos de sol del día con los ojos cerrados. Se ve majestuosa. Perfecta. Parece un ángel.

—Pareces un ángel. —Le beso la frente.

Está triste. Sonríe con
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