13. Los helados
—¿Quieres uno? —preguntó Hermes—. Yo invito.Hariella asintió en aprobación. Se acercaron al puesto, que era el de un mesón, adherido a una camioneta. El vendedor tenía uniforme y sus manos estaban protegidas por unos guantes blancos, y, además, tenía amarrados globos de colores, dándole un aire festivo. Sin embargo, adelantó la fila, pasando delante de los demás. Había vivido su vida sin conocer lo que era esperar; las filas no existían en su mundo. Sin embargo, una niña en la fila fue rápida en corregirla.—Debe hacer la fila, señora —dijo la niña que seguía en la formación.Hariella miró por encima del hombro, observando la numerosa cantidad de niños y parejas jóvenes que formaban la fila. Tensó la mandíbula y los vio con desdén. Ella era Hariella Hansen, CEO y presidenta de Industrias Hansen, doctora, hermosa, La Magnate. Nada ni nadie la hacía esperar. Pero en ese momento, no era Hariella Hansen. Era Hela Hart, una mujer común en un parque público. Con un gesto comprensivo hacia H
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