35. Avanzar
Sus manos viajaron con maestría por toda la extensión de mi espalda, pronto lo sentí entre mis piernas, acorralándome contra el sofá y sus brazos sosteniéndose a los lados de mi cadera, creando una especie de prisión entre sus brazos y su cuerpo. Su beso era exigente, demandaba todo de mí, invadiendo mi boca, invadiendo mi mente, mi corazón, colándose sin problema en mis sentidos, en mi ser entero. Y ante aquello, yo me deje fluir sin problema, solo tratando de corresponder lo más que podía a sus roces duros y firmes, tratando de seguirle el paso a sus labios que comprimían y succionaban, que relamían mi boca, que me robaban el aire. Y poco a poco, u a de sus manos se fue deslizando sobre mis piernas, dejando una estela caliente que inyectó lava a mi torrente sanguíneo, incendiando todo a su paso, convirtiéndome en dinamita a punto de detonar. Y justo cuando sus labios viajaron hasta hacer contacto con la piel hipersensible de mi cuello… todo por fin estalló, y podía jurar que desde q
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