Llegamos casi entrada la noche y luego de dejar mi maleta en mi habitación, sin importarme sentirme cansada, sin importarme que no había dormido para nada bien… solo sintiendo como la necesidad me embargaba y me apretaba el corazón, salí de mi casa, sin hacer ruido pues mis padres se habían ido a su habitación a descansar. Su camioneta estaba parqueada en la entrada del garaje, así que dejándome llevar por el magnetismo que tiraba siempre de mí hacia él, llamé a la puerta. Varios minutos pasaron hasta que escuché pasos al otro lado, enlacé las manos frente a mi vientre, en una forma de controlar la ansiedad que me asediaba, mi corazón comenzó a bombear sangre de una forma exorbitante, las mariposas que en mi residían cómo si una alarma las hubiera despertado, revivieron. Kyan abrió la puerta y sus ojos se abrieron con sorpresa al verme, al tiempo que mi corazón sentía un tirón fuerte. Y sin darle más vueltas al asunto me lancé a sus brazos, siendo recibida gustosamente y solo entonce
El móvil se me cayó de las manos y se estrelló contra la alfombra, ocasionando un ruido estrepitoso. Las manos me comenzaron a temblar y sentí un bajón, mientras el corazón comenzaba a latir como una locomotora y era estrujado. Debía de ser una broma, ese texto no era para mí, no, no podía ser para mí, ¿quién podía ser capaz de amenazarme de esa forma? Varios minutos pasaron y mi posición no había cambiado, tenía los pies clavados al piso, aun no podía creerlo. Pestañeé un par de veces y recogí el móvil y leí varias veces más el mensaje, y conforme lo leía, la seguridad que era para mí se intensificaban.—Tengo que contárselo a alguien… —murmuré. Y lo iba a hacer, se lo contaría a Kyan, a mis amigos…, ellos tenían que creerme y ayudarme, sin embargo, para empeorar la situación, a la mañana siguiente el mensaje ya no estaba, lo cual me obligó a quedarme callada. Y todo el día pase más ansiosa que lo común, mi estado de alerta estaba en rojo, pendiente de todo lo que entraba en mi móvil
Solté un suspiro, tenía mis ojos bien cerrados y sentía como mi corazón latía casi desquiciado. ¿Qué estaba haciendo? «Tú ya sabes qué está haciendo», refutó mi consciencia. Pero, ¡Dios!, no podía hacer nada, estaba sumergida en una especie de trance. —Te voy a extrañar tanto… —Mis ojos se abrieron de golpe, la realidad volvió a chocar contra mí, igual que una bola de hierro. Giré, quedando de frente, sus ojos delataban tristeza, miedo lo cual me estrujó el corazón—…, no sé cómo voy a soportar no verte. —Solo será un par de semanas… —dije, aludiendo a esos días que tendría que quedarme en Santa Clara en lo que conseguía un auto. Pero a quién engañaba, a mí también me desgarraba la idea, nuestra relación iba a ser amenazada, con el pasar de los días, por el escaso tiempo que tendríamos para vernos. —Lo sé, pero eso no ayuda a que sea más fácil de sobrellevar. —Pero encontraremos la forma, tú lo dijiste. —Asintió con la cabeza y a continuación me regaló una sonrisa que carecía de fe
No sabía si era lo correcto. Pero lo único que sí sabía era que no había podido negarme. Kyan me pidió que me quedara a dormir con él, prometiéndome que no haríamos nada de lo que nos pudiéramos arrepentir luego, que no haríamos nada que no quisiera. Pero en ese momento, mientras lo observaba caminar en su habitación, mientras solo vestía un pantalón de chándal y una delgada camiseta blanca, comencé a cuestionarme que quizá no había sido una buena idea. Pues claramente se miraba su definido abdomen, en cómo los músculos de sus brazos se flexionaban cuando él hacía algún movimiento. No, definitivamente no había sido una buena idea, ¿pero cómo me iba sin parecer una miedosa? No le tenía miedo a él, eso ni de loca, tenía miedo de lo que yo podría hacer y mis mejillas coloradas eran una clara afirmación a que mi cuerpo no me obedecería, eso y que fácilmente perdía el control sobre él. Estaba sentada en la orilla de la cama con mis piernas flexionadas, Kyan me había prestado una camiseta
—Seguimos al pie de la letra sus indicaciones. El trabajo está hecho, nadie se dio cuenta de nada. —Asentí con la cabeza, esperaba que así fuera. Y si todo salía como tenía planeado… solo era cuestión de tiempo y por fin todo volvería a ser como antes, a como debió de ser siempre. —Ten por seguro que si todo sale como tanto profesas, tu cuenta bancaria será gratamente beneficiada —respondí serena—, pero si cometieron un tan solo error que eche a perder todo… te juro que las pagaran con creces —amenacé sin titubeos. El hombre que trabajaba para mi asintió con la cabeza sin mostrarse perturbado por mi amenaza, supuse que la costumbre de tratar con personas peligrosas, tanto como lo podía ser yo, ya no le infundía temor. —Me ofende señorita, nosotros cumplimos con nuestro trabajo… —Nos levantamos de nuestros asientos, deposité un billete sobre la mesa, pago suficiente para saldar el escaso consumo que habíamos tenido. —Está bien, mañana a primera hora recibirá el último pago. Y a part
Las semanas pasaban, los exámenes llegaban y yo estaba de lo más aturdida, estudiando como loca, pero qué podía decir, debía hacerlo, era mi futuro del cual hablábamos. Sin embargo, todo mejoró cuando me entregaron mi auto, ya podía ir y venir cuando yo quisiera, iba a mi casa dos veces entre semana y los fines de semana que podía, sin embargo, cuando los periodos de evaluaciones llegaban no salía del departamento a menos que tuviera clases. Estudiaba mucho, el año que había tenido sin hacerlo me estaba pasando factura, supongo que mi cerebro se había tomado ese año de descanso muy en serio. Pero diablos, cuando el fin de semana llegaba y lograba pasar con Kyan casi todo el tiempo, todo parecía volver a cobrar sentido y vida. Mi cuerpo reaccionaba ante su presencia, todo era mágico, cada momento a su lado, sin mencionar que nuestros encuentros amorosos cada vez eran más imprevistos, arrebatados. Cada uno en lugar de aplacar el deseo lo avivaba como gasolina vertiéndose en una llamarad
Abrí mis ojos como platos y un grito ahogado salió de mi boca. Eso, eso... era abominable. Las lágrimas comenzaron a salir a borbotones de mis ojos, el miedo se arraigó a mis entrañas. ¿Quién podía odiarme tanto como para intentar matarme? Me levanté del sofá, estaba en la casa de Kyan, esperando por él, no podía simplemente irme y dejar todo botado, pero tenía que hacer algo. «Vamos, Emily. Tranquila, cuando venga Kyan se lo cuentas…, él me ayudará sí, él no va a dejar que nada te pase». El tiempo comenzó a transcurrir, la noche pronto cayó y Kyan estaba por llegar, pasé todo el rato pensando en qué hacer, pues una parte de mi no quería arruinar esa cena pero la otra, la que estaba aterrorizada, quería contárselo de inmediato. Habían atentado contra mi vida, ¡maldición!, ¿cómo demonios alguien puede estar tranquilo después de eso? Los minutos pasaban lentos y ya comenzaba a desesperarme pues temía que en cualquier momento algo sucediera…, que acribillaran la casa a disparos…, que
A pesar de todoYo siempre regresé a ti,Porque tú eres para míY yo para ti.Porque a pesar de todoMi amor por ti no desapareció,Sino pues, se fortaleció y sobre todo luchó,Luché por ti, mi amor.Así que siempre regrese a ti,Aun por encima de nosotros,Aun sobre tus miedos e inseguridades,Regresé por ti, regresé para quedarme.Porque en la causticidad de nuestro amor,Tú siempre fuiste para mí,Y yo, en la eternidad seria para ti,A pesar de todos, mi dulce amor.***Nota: Y con este poema entramos a la última parte de la novela. ¡Agarense de sus sientos!