38. Contacto

El móvil se me cayó de las manos y se estrelló contra la alfombra, ocasionando un ruido estrepitoso. Las manos me comenzaron a temblar y sentí un bajón, mientras el corazón comenzaba a latir como una locomotora y era estrujado. Debía de ser una broma, ese texto no era para mí, no, no podía ser para mí, ¿quién podía ser capaz de amenazarme de esa forma? Varios minutos pasaron y mi posición no había cambiado, tenía los pies clavados al piso, aun no podía creerlo. Pestañeé un par de veces y recogí el móvil y leí varias veces más el mensaje, y conforme lo leía, la seguridad que era para mí se intensificaban.

—Tengo que contárselo a alguien… —murmuré. Y lo iba a hacer, se lo contaría a Kyan, a mis amigos…, ellos tenían que creerme y ayudarme, sin embargo, para empeorar la situación, a la mañana siguiente el mensaje ya no estaba, lo cual me obligó a quedarme callada. Y todo el día pase más ansiosa que lo común, mi estado de alerta estaba en rojo, pendiente de todo lo que entraba en mi móvil
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