La lluvia caía con ferocidad sobre ella, los rayos se reflejaban en sus ojos al iluminar efímeramente el cielo, para seguidamente desvanecerse y sumir el callejón nuevamente en oscuridad. _ ¡Por favor no lo hagas, te lo suplico!. _ el primer hombre sollozaba arrodillándose atemorizado ante ella. _ ¡Tenemos hijas, tenemos una familia, por favor no lo hagas! _ el segundo hombre rompió en llanto, mostrando con su mano trémula la foto de su familia. La gelidez con la que aquellos ojos grisáceos observaban, delataba la carencia de júbilo y de amor, que alguna vez le fue arrebatado sin piedad del mismo modo. Dos marionetas que ahora estaban a su merced, paralizadas por el terror, suplicando en llanto por sus vidas, como ella lo había hecho hace años en aquel callejón sumido en oscuridad por su padre. Apuntó con el revólver al primer sujeto, apretando el gatillo, la bala salió desprendida hasta penetrar su cabeza. Un hilo desenfrenado de sangre emanó del agujero que la bala creó al
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