Al despertar, Alessa no se sorprendió por estar sola en la cama de tamaño king. Las sábanas a su lado ya estaban frías, así que Leonardo debió haberse levantado muy temprano en la mañana. Lo cual, se lo había advertido, porque él le explicó que trabajaría en la empresa ese día y volvería en cuanto pudiera. “Es tu casa, siéntete cómoda”, Leo le dijo. Sin embargo, Alessa acarició el espacio vacío en la cama y se dio cuenta, con un nudo en la garganta, que le hubiera gustado despertar con él.No había dormido con nadie en sus veintitrés años de vida, de esa manera, íntima. Follar con alguien había su primer reto, sabes. Conectar con otra persona, exponerse y entregarse físicamente. Eventualmente, Alessa descubrió que podía ser divertido, el sexo casual. Sobre todo si su corazón se mantuvo como una piedra, inmune a los sentimientos. El de ella y de los otros. Fue realmente incómodo cortarle las esperanzas a esos chicos que aspiraron tener citas románticas, compartir un sofá, una manta, un
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