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Todos los capítulos de Leo, mi chico zanahoria: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Una chica vestida de azul
"¡Ey zanahoria! Dame tu almuerzo", "¡Qué asco! ¿Por qué eres tan anaranjado como una zanahoria?", "Zanahoria, pásame tu tarea"... Leo sufría por el desprecio de sus compañeros debido a su cabello casi naranja y su piel pecosa, al punto de que las chicas lo miraban con desprecio y los varones lo molestaban a cada rato llamándolo "zanahoria". Tan grande era el acoso que recibía en la escuela, que ni los maestros podían controlar las palabras despectivas con las que el pobre chico era señalado, de manera que el bullying que los alumnos ejercían contra él crecía exponencialmente. Esta terrible situación lo llevó a creer en esas crueles palabras, al grado de percibirse así mismo como un personaje animado mal dibujado. Lo que más odiaba eran sus cejas y pestañas, las cuales eran más rojizas que su cabellera. Cuando entró a la universidad fue más sencillo para él esconder su apariencia. Para asistir a las clases usaba todo tipo de gorras que ocultaran su cabello y vestía sudaderas holgad
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Choque eléctrico
Los ojos de Leo casi se salieron de su órbita al descubrir que la chica que acababa de llegar era idéntica a la que había visto en su sueño. De inmediato parpadeó para enfocar bien, pero no había duda de que era la misma persona. —¡Buenos días! ¿Ya está lista mi puerta? —preguntó la joven un poco agitada, dirigiéndose a Jacob. —Buen día, usted es Maddie Scott, ¿no? —contestó el padre de Leo con amabilidad. —Sí, soy yo, mucho gusto —respondió la joven risueña, mientras ofrecía su mano derecha a Jacob. —El gusto es mío, Jacob Brown, del taller de "Brown e hijo" —respondió el padre de Leo, mientras respondía al saludo de Maddie con una sonrisa—. Ya trajimos su puerta, ¿dónde quiere que la coloquemos? —¡Excelente! Podrían instalarla en lugar de esa puerta —aplaudió emocionada Maddie, al tiempo que señalaba la vieja puerta blanca que estaba en la entrada del inmueble—. La verdad ya está muy desgastada y no me gusta mucho. —Con mucho gusto, en un momento se la instalamos —dijo Jacob y
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Amiga
—¡Ay! —gritó Maddie sorprendida, apartándose inmediatamente. —¿Estás bien? —preguntó Leo preocupado, que también había sentido el choque eléctrico, pero olvidó el malestar para enfocarse en su adolorida anfitriona. —Sí, ¿qué fue eso? —contestó la joven aturdida, mientras observaba a su alrededor para descubrir la causa del choque eléctrico. —Al parecer nos electrocutamos —respondió Leo, que también dirigió la mirada al piso para determinar lo que originó la descarga—. Pero, es extraño, ya que no hay algún cable o dispositivo que transmita la energía eléctrica. Al no encontrar la causa, Maddie decidió irse a la sala para sentarse en el sofá con tal de tomar aliento, mientras Leo se quedó en la puerta mientras la miraba con preocupación. En ese momento, Maddie volteó a verlo y notó que el chico lució demasiado afligido, así que sonrió para tratar de calmarlo. —¡Ey! Tranquilo, ya pasó —respondió mientras extendía su mano para invitarlo a pasar—. Entra y toma asiento mientras espera
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Una chica atrevida
—¿Puedo ser tu amiga? —preguntó de nuevo Maddie. Esta propuesta dejó impresionado a Leo, que al momento su boca se abrió sin emitir sonido. Para él, era la primera vez que una chica se atrevía a pedirle ser su amiga de manera sincera, ya que siempre lo rechazaban por su aspecto y muchas personas le hicieron creer que era un fenómeno solo por ser pelirrojo. «¿Acaso tiene una apuesta por cumplir y yo soy su siguiente víctima?», pensó con desconfianza, manteniendo el silencio hermético que lo caracterizaba. En tanto, al ver que no obtenía respuesta, Maddie replicó haciendo una cara de puchero y cruzando los brazos. —¿Qué pasa? ¿Te incomoda ser amigo de una chica? —¡No! —exclamó Leo con contundencia. Esta respuesta sorprendió a Maddie, provocando que su expresión se congelara. Al notar que ella parecía asustada, el chico pelirrojo se sintió avergonzado por su actitud e intentó remediar las cosas. —¡No, no, no...! —exclamó desesperado—. Lo que sucede es que eres la primera chica qu
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Solicitud de amistad
—¿Te gustó? —preguntó Jacob fingiendo serenidad, aunque en el fondo estaba ansioso por saber qué pasaba por la mente de su atolondrado hijo. La pregunta hizo que Leo volviera en sí y de inmediato respondió sin pensar. —¿Quién? —¿Quién más? La joven a la que le acabamos de instalar la puerta —respondió el hombre, aguantando las ganas de sonreír de orgullo. —¡Ah! ¡Qué va! —contestó Leo tratando de esconder sus emociones. Al notar que su hijo parecía bastante desconfiado, intentó convencerlo de lo contrario. —Mmmm... la verdad se me hace que es una chica muy simpática y veo que está interesada en ti…. —¿Tú crees que ella tiene un interés genuino en mí? ¡No lo creo! —interrumpió Leo, que aún seguía dudando sobre las verdaderas intenciones de Maddie. Jacob comenzó a reír ante la renuencia de su hijo. Estaba consciente de que Leo no creía en las personas luego del daño que sufrió en sus años escolares, hecho que lo obligó a no tener ningún tipo de contacto con las mujeres. El hecho d
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Intercambio de mensajes
—¡Qué pen... soy! ¿Cómo pude darle “rechazar” a la solicitud? —gritó histérico Leo, mientras se daba golpes contra la mesa—. ¡Por pen... me pasan estas cosas! Ahora pensará que no quiero ser su amigo... Leo estaba tan decepcionado consigo mismo por apretar el botón equivocado. Su desidia lo había hecho perder la única oportunidad de entablar una relación con una chica linda y posiblemente no tendría otra oportunidad de conocer a alguien así. Enojado, cerró su computadora portátil y se arrojó a la cama. Estaba tan frustrado con su “fatal” error, que no podía pensar con claridad y lo único que pensaba era en desaparecer de este mundo. Luego de darle vueltas al asunto, consideró la idea de dejar a un lado el orgullo para hablarle y decirle que había rechazado por error la solicitud de amistad, pero dudó en hacerlo, por temor a que ella piense que mal de él. Mientras hundía la cara en la almohada para ahogar su grito de furia, escuchó el ringtone de mensaje, lo cual hizo que de inmedia
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Clases de flirteo
—¡Cof! ¡Cof! ¿Estoy hablando con el mismo chico que conocí? —pensó en voz alta Maddie al leer el mensaje que acababa de recibir. Con incredulidad, leyó varias veces el texto, ya que por un momento pensó que estaba hablando con otra persona. Sin embargo, tras confirmarlo de nuevo, comprobó que ese mensaje se encontraba en el chat de Leo. Ante esto, supuso que tal vez ese chico no era tan inocente como se mostraba y que debajo de esas capas de inseguridad se encontraba un hombre ardiente. Ese pensamiento aumentó más su deseo hacia él y comenzó a escribir su siguiente mensaje de ataque, con el objetivo de conseguir una cita. Al mismo tiempo, Leo se encontraba charlando por videollamada con su amigo Mike, un gamer experto en citas con chicas 2D, pero sin experiencia en el contacto con mujeres reales. Para su poca fortuna, él era la única persona a la que le podía pedir consejo sobre ese tema, debido a la falta de amigos en su círculo social. Así que cuando le contó sobre lo ocurrido co
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Alma errante
"Me gusta 'Armas y Rosas', realmente me encanta ese grupo", escribió Maddie despreocupadamente, aunque en realidad apenas conocía unas cuantas canciones de la banda. Después de esto, suspiró con nostalgia para recordar con cuántos chicos se había acostado y que entre sus hobbies estuviera el tocar algún instrumento, o por lo menos tuvieran algún tipo de interés musical. Luego de contabilizar a sus amantes, se dio cuenta de que siempre terminaba enredada con sujetos bastante aburridos, por lo que el hecho de que Leo tuviera el gusto por la música y que además fuera un artista de la madera, lo volvía mucho más interesante que el resto de sus conquistas. Para ella atraparlo, significaba poder cerrar su proyecto con broche de oro. En el pasado, Maddie siempre pensó que pasaría su juventud conociendo a hombres y viajando. Realmente no tenía interés en formar una familia ni establecerse en ningún lugar, más bien se consideraba un alma errante, libre como el viento y eso le gustaba. Llegó
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Apoyo paternal
Leo estaba tan emocionado por charlar con Maddie, que no se percató de que ya era pasada la medianoche. Para él, esta experiencia era totalmente nueva y emocionante, debido a que en sus casi 30 años de vida jamás había entablado conversación con una chica por tanto tiempo, y mucho menos con una que manifestara tanto interés en conocerlo. Para un chico como él, sin experiencia sobres las cuestiones de citas y las señales que dan las mujeres que están interesadas en los hombres, esta situación le resultaba demasiado desconocida, por lo que solo podía tantear el terreno, a riesgo de morir en el intento. Del otro lado de la “línea”, Maddie estaba tan fascinada con la naturalidad e inocencia de los mensajes que el chico pelirrojo le enviaba, que su excitación aumentaba conforme hablaba con él, así que decidió ser más directa con sus proposiciones. "Eres bastante interesante, ¿te gusta el café? Realmente me gustaría salir en una cita contigo", propuso la atrevida joven sin dar mayores r
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Sueño erótico
*ADVERTENCIA: El siguiente capítulo relata contenido erótico no apto para audiencias menores de 18 años. Se recomienda discreción. En el momento en que le propuso salir en una cita, Maddie notó que Leo había visto el mensaje, pero no le respondió inmediatamente. —¡Vaya! Creo que dejé sin palabras a ese chico, como para que no me conteste —pensó en voz alta mientras miraba con detenimiento el chat. Conforme pasaron los minutos, Maddie comenzó a sentirse desesperada por no obtener una respuesta. En ese punto, resopló su frustración ante el hecho de que Leo era demasiado descortés por dejarla en visto e inmediatamente se culpó por generar falsas expectativas de alguien como él. —¡Ash! ¿Acaso herí su orgullo al invitarlo a salir? ¡Es muy absurdo que se comporte tan digno por algo así! Definitivamente, soy una tonta por pensar que un sujeto así sería diferente a otros hombres. ¡Realmente están cortados con la misma tijera! —se quejó, mientras se disponía a realizar su rutina facial. Qu
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