—¿Puedo ser tu amiga? —preguntó de nuevo Maddie.
Esta propuesta dejó impresionado a Leo, que al momento su boca se abrió sin emitir sonido. Para él, era la primera vez que una chica se atrevía a pedirle ser su amiga de manera sincera, ya que siempre lo rechazaban por su aspecto y muchas personas le hicieron creer que era un fenómeno solo por ser pelirrojo.
«¿Acaso tiene una apuesta por cumplir y yo soy su siguiente víctima?», pensó con desconfianza, manteniendo el silencio hermético que lo caracterizaba.
En tanto, al ver que no obtenía respuesta, Maddie replicó haciendo una cara de puchero y cruzando los brazos.
—¿Qué pasa? ¿Te incomoda ser amigo de una chica?
—¡No! —exclamó Leo con contundencia.
Esta respuesta sorprendió a Maddie, provocando que su expresión se congelara. Al notar que ella parecía asustada, el chico pelirrojo se sintió avergonzado por su actitud e intentó remediar las cosas.
—¡No, no, no...! —exclamó desesperado—. Lo que sucede es que eres la primera chica que me pide ser su amigo.
Al escuchar esto, Maddie preguntó recelosa.
—Entonces… ¿Es un sí?
—No tengo problema con ello —aceptó Leo tímidamente, mientras agachaba sus hombros y metía las manos en los bolsillos.
Maddie aplaudió de emoción ante su respuesta y saltó sobre él para abrazarlo. Tal gesto hizo que el chico se congelara y volviera a sonrojarse. En realidad nunca había tenido ese tipo de contacto con alguien, ni mucho menos con una chica tan guapa como ella.
Como Leo no respondía a su estímulo, Maddie se soltó. En ese momento notó que las mejillas del chico lucían demasiado rojizas y su expresión lucía contrariada, lo que le hizo sospechar que él no es de los hombres que se sienten cómodos con sus avances. Lejos de preocuparse, esta situación sirvió para su objetivo: palpar el terreno.
Aunque Leo vestía muy desaliñado, la atrevida chica sospechaba que debajo de esa chamarra se escondía un cuerpo tonificado. Su teoría era cierta, ya que se percató que el tímido pelirrojo tenía unos hombros bastante anchos y unos bíceps gruesos, lo cual hizo que sintiera más deseos de conquistarlo.
—Me alegra que hayas aceptado Leo. ¡Oh! ¿Te molesta si te llamo así? —preguntó la joven con el rostro resplandeciente.
—No me molesta, puedes llamarme como quieras —contestó tímidamente Leo.
—¡Excelente! ¿Intercambiamos números? —propuso Maddie.
Leo tardó un poco en reaccionar y sacar tu teléfono celular para ofrecérselo a la coqueta chica, que tenía la mano extendida. Ella no dudó y rápido tomó el móvil para anotar su número telefónico en la agenda y marcarse así misma para registrar el teléfono del joven pelirrojo.
Al terminar, devolvió el móvil y con su rostro sonriente acercó su mano derecha hacia Leo para formalizar la relación que iban a comenzar.
—Espero que seamos mejores amigos y que el futuro decida lo demás.
Leo no entendió el mensaje, pero correspondió positivamente el saludo de la pícara chica. Al sentir su delicada mano, su piel se erizó. Para él era la primera vez que tenía un contacto tan cercano con una mujer tan guapa como ella, hecho que jamás imaginó que ocurriría.
El tierno momento fue interrumpido por la voz gruesa de Jacob. Este ya tenía rato observando cómo su hijo era seducido por la simpática chica y se sintió contento de que por primera vez Leo tuviera contacto con una mujer. No ignoraba el hecho de que su vástago era tímido y que en la escuela le hacían bullying por su físico, pero estaba seguro de que pronto llegaría la persona indicada que lo amaría sin importarle el exterior.
Incluso, no habías sido casualidad que Jacob se fuera de casa de Maddie, ya que lo hizo a propósito para dejar solo a Leo con la simpática joven. Desde el primer momento en que la conoció, percibió el interés de ella hacia su hijo y se le ocurrió la idea de crear el ambiente perfecto que ayude a romper la barrera que Leonard había interpuesto para evitar todo contacto humano.
Fue así que tras regresar del taller, trayendo las brocas que supuestamente había olvidado, vio que Maddie abrazaba a Leo y eso lo llenó de alegría. Era la primera vez que veía algo así, por lo que esperó el momento adecuado para intervenir y no arruinar el tierno momento.
—¡Al fin las encontré! —dijo Jacob fingiendo que acababa de llegar.
Ante esto, Leo reaccionó, un tanto preocupado de que su padre lo hubiera visto en una situación comprometedora. Pero al notar que Jacob lucía impasible, decidió enfocarse en el trabajo y olvidar la situación anterior.
En cambio, Maddie se sintió un poco disgustada con la intromisión de Jacob, pero en el fondo sabía que había avanzado lo suficiente con el chico pelirrojo y eso era más que suficiente para conseguir su objetivo.
Alrededor de una hora, padre e hijo al fin lograron terminar de instalar la puerta, lo que los dejó demasiado exhaustos, ya que la anterior tenía tornillos oxidados que resultaron bastante difíciles de retirar sin dañar el marco, además de que la madera lucía bastante gastada por el paso del tiempo.
Antes de marcharse, Maddie se despidió formalmente de Jacob y al llegar con Leo, le ofreció la mano, y este inocentemente la tomó. Entonces la pícara chica se puso de puntitas y le dio un beso en su mejilla izquierda, cerca de la comisura de los labios.
—Fue un gusto conocerte, espero volverte a ver —dijo sonriente, luego de besar al tímido chico.
Tras esto, Leo quedó completamente petrificado. Al darse cuenta de que su hijo se encontraba aturdido por el coqueteo, Jacob rompió con el momento.
—Igualmente, señorita Maddie. Muchas gracias por su compra, ya nos retiramos —se despidió mientras jalaba a su hijo, que parecía estar bajo el influjo de un hechizo.
Leo siguió a su padre como un robot y sin darse cuenta tomó asiento del lado del copiloto. Ese beso lo había bastante atolondrado, que hizo despertar en él un sentimiento que jamás había experimentado: el deseo carnal.
—¿Te gustó? —preguntó Jacob fingiendo serenidad, aunque en el fondo estaba ansioso por saber qué pasaba por la mente de su atolondrado hijo. La pregunta hizo que Leo volviera en sí y de inmediato respondió sin pensar. —¿Quién? —¿Quién más? La joven a la que le acabamos de instalar la puerta —respondió el hombre, aguantando las ganas de sonreír de orgullo. —¡Ah! ¡Qué va! —contestó Leo tratando de esconder sus emociones. Al notar que su hijo parecía bastante desconfiado, intentó convencerlo de lo contrario. —Mmmm... la verdad se me hace que es una chica muy simpática y veo que está interesada en ti…. —¿Tú crees que ella tiene un interés genuino en mí? ¡No lo creo! —interrumpió Leo, que aún seguía dudando sobre las verdaderas intenciones de Maddie. Jacob comenzó a reír ante la renuencia de su hijo. Estaba consciente de que Leo no creía en las personas luego del daño que sufrió en sus años escolares, hecho que lo obligó a no tener ningún tipo de contacto con las mujeres. El hecho d
—¡Qué pen... soy! ¿Cómo pude darle “rechazar” a la solicitud? —gritó histérico Leo, mientras se daba golpes contra la mesa—. ¡Por pen... me pasan estas cosas! Ahora pensará que no quiero ser su amigo... Leo estaba tan decepcionado consigo mismo por apretar el botón equivocado. Su desidia lo había hecho perder la única oportunidad de entablar una relación con una chica linda y posiblemente no tendría otra oportunidad de conocer a alguien así. Enojado, cerró su computadora portátil y se arrojó a la cama. Estaba tan frustrado con su “fatal” error, que no podía pensar con claridad y lo único que pensaba era en desaparecer de este mundo. Luego de darle vueltas al asunto, consideró la idea de dejar a un lado el orgullo para hablarle y decirle que había rechazado por error la solicitud de amistad, pero dudó en hacerlo, por temor a que ella piense que mal de él. Mientras hundía la cara en la almohada para ahogar su grito de furia, escuchó el ringtone de mensaje, lo cual hizo que de inmedia
—¡Cof! ¡Cof! ¿Estoy hablando con el mismo chico que conocí? —pensó en voz alta Maddie al leer el mensaje que acababa de recibir. Con incredulidad, leyó varias veces el texto, ya que por un momento pensó que estaba hablando con otra persona. Sin embargo, tras confirmarlo de nuevo, comprobó que ese mensaje se encontraba en el chat de Leo. Ante esto, supuso que tal vez ese chico no era tan inocente como se mostraba y que debajo de esas capas de inseguridad se encontraba un hombre ardiente. Ese pensamiento aumentó más su deseo hacia él y comenzó a escribir su siguiente mensaje de ataque, con el objetivo de conseguir una cita. Al mismo tiempo, Leo se encontraba charlando por videollamada con su amigo Mike, un gamer experto en citas con chicas 2D, pero sin experiencia en el contacto con mujeres reales. Para su poca fortuna, él era la única persona a la que le podía pedir consejo sobre ese tema, debido a la falta de amigos en su círculo social. Así que cuando le contó sobre lo ocurrido co
"Me gusta 'Armas y Rosas', realmente me encanta ese grupo", escribió Maddie despreocupadamente, aunque en realidad apenas conocía unas cuantas canciones de la banda. Después de esto, suspiró con nostalgia para recordar con cuántos chicos se había acostado y que entre sus hobbies estuviera el tocar algún instrumento, o por lo menos tuvieran algún tipo de interés musical. Luego de contabilizar a sus amantes, se dio cuenta de que siempre terminaba enredada con sujetos bastante aburridos, por lo que el hecho de que Leo tuviera el gusto por la música y que además fuera un artista de la madera, lo volvía mucho más interesante que el resto de sus conquistas. Para ella atraparlo, significaba poder cerrar su proyecto con broche de oro. En el pasado, Maddie siempre pensó que pasaría su juventud conociendo a hombres y viajando. Realmente no tenía interés en formar una familia ni establecerse en ningún lugar, más bien se consideraba un alma errante, libre como el viento y eso le gustaba. Llegó
Leo estaba tan emocionado por charlar con Maddie, que no se percató de que ya era pasada la medianoche. Para él, esta experiencia era totalmente nueva y emocionante, debido a que en sus casi 30 años de vida jamás había entablado conversación con una chica por tanto tiempo, y mucho menos con una que manifestara tanto interés en conocerlo. Para un chico como él, sin experiencia sobres las cuestiones de citas y las señales que dan las mujeres que están interesadas en los hombres, esta situación le resultaba demasiado desconocida, por lo que solo podía tantear el terreno, a riesgo de morir en el intento. Del otro lado de la “línea”, Maddie estaba tan fascinada con la naturalidad e inocencia de los mensajes que el chico pelirrojo le enviaba, que su excitación aumentaba conforme hablaba con él, así que decidió ser más directa con sus proposiciones. "Eres bastante interesante, ¿te gusta el café? Realmente me gustaría salir en una cita contigo", propuso la atrevida joven sin dar mayores r
*ADVERTENCIA: El siguiente capítulo relata contenido erótico no apto para audiencias menores de 18 años. Se recomienda discreción. En el momento en que le propuso salir en una cita, Maddie notó que Leo había visto el mensaje, pero no le respondió inmediatamente. —¡Vaya! Creo que dejé sin palabras a ese chico, como para que no me conteste —pensó en voz alta mientras miraba con detenimiento el chat. Conforme pasaron los minutos, Maddie comenzó a sentirse desesperada por no obtener una respuesta. En ese punto, resopló su frustración ante el hecho de que Leo era demasiado descortés por dejarla en visto e inmediatamente se culpó por generar falsas expectativas de alguien como él. —¡Ash! ¿Acaso herí su orgullo al invitarlo a salir? ¡Es muy absurdo que se comporte tan digno por algo así! Definitivamente, soy una tonta por pensar que un sujeto así sería diferente a otros hombres. ¡Realmente están cortados con la misma tijera! —se quejó, mientras se disponía a realizar su rutina facial. Qu
Maddie estaba tan emocionada con la cita, que terminó rápidamente con su jornada laboral para tener tiempo de arreglarse antes de encontrarse con Leo. Fue así que tras apagar la computadora, se levantó con la intención de dirigirse al baño. Antes de tomar sus cosas, una de sus compañeras la detuvo. —¡Uy! ¿Por qué tanta prisa? —cuestionó con curiosidad. —Tengo una cita con un lindo chico, así que necesito arreglarme para robarle el corazón —respondió la atrevida joven. Este intrépido comentario no sorprendió al resto de sus compañeras, que se miraron entre sí, mientras que otra le dijo en tono de broma. —¡Vaya! ¿Tan pronto olvidaste al insufrible ex que te molestaba en la oficina? —¡Ni me lo recuerdes! —respondió Maddie con nerviosismo—. De solo escuchar algo sobre él me pone la piel de gallina y me trae mala suerte. Su respuesta causó gracia entre sus colegas, que después de jugarle otras bromas, le echaron porras para que la cita sea un éxito y al fin pueda encontrar a un hombre
«Buena jugada chico virgen», pensó maliciosamente Maddie, que, motivada por la respuesta ambigua de Leo, retomó su actitud retadora y así ponerlo en jaque. —Entonces, eso quiere decir que soy la primera chica con la que sales —atacó mientras lo miraba de manera coqueta. Este señalamiento causó que el inocente chico se atragantara, ya que no esperaba ser descubierto tan fácilmente. Ante esta situación peligrosa, intentó pensar en una respuesta que no mostrara su estupidez frente a la hermosa Maddie, pero sus nervios le impidieron pensar con claridad. Al ver que nada sacaba con hacerse el interesante, no le quedó de otra que confesar que era un chico novato en las relaciones. —Sí, eres la primera —contestó un tanto avergonzado. En el momento en que cruzó con la mirada sincera de Leo, Maddie sintió como si un tsunami hubiera impactado su corazón y desarmado las barreras que impedían la entrada de cualquier sentimiento. En ese punto, sintió una mezcla de conmoción y miedo al estar fr