«Buena jugada chico virgen», pensó maliciosamente Maddie, que, motivada por la respuesta ambigua de Leo, retomó su actitud retadora y así ponerlo en jaque. —Entonces, eso quiere decir que soy la primera chica con la que sales —atacó mientras lo miraba de manera coqueta. Este señalamiento causó que el inocente chico se atragantara, ya que no esperaba ser descubierto tan fácilmente. Ante esta situación peligrosa, intentó pensar en una respuesta que no mostrara su estupidez frente a la hermosa Maddie, pero sus nervios le impidieron pensar con claridad. Al ver que nada sacaba con hacerse el interesante, no le quedó de otra que confesar que era un chico novato en las relaciones. —Sí, eres la primera —contestó un tanto avergonzado. En el momento en que cruzó con la mirada sincera de Leo, Maddie sintió como si un tsunami hubiera impactado su corazón y desarmado las barreras que impedían la entrada de cualquier sentimiento. En ese punto, sintió una mezcla de conmoción y miedo al estar fr
Al salir de la cafetería, Maddie estaba acostumbrada a colgarse del brazo de sus conquistas, por lo que Leo no fue la excepción y rápidamente se pegó a él. Esto tomó por sorpresa al tímido muchacho, que su rostro se tornó rojo ante el íntimo contacto. —¿Qué pasa? ¿Te sientes incómodo? —preguntó la chica atrevida, que en el fondo disfrutaba poner en aprietos al chico virgen. —¡No! —respondió Leo rápidamente—. No tengo problema en que estés a mi lado. —¿Seguro? —cuestionó Maddie, mirándolo con seriedad—. Si te sientes incómodo, me puedo apartar. —¡No es necesario! —insistió el chico pelirrojo—. La verdad, eres la primera chica que se acerca a mí de esta forma, así que por eso me siento un poco extraño. Esta inocente declaración sacudió a la chica liberal, que por un momento se sintió culpable por intentar corromper a un alma tan pura. Sin embargo, dejó a un estos pensamientos y continuó con su plan de conquista número 50. Después de esto, ambos continuaron caminando al estacionam
Basada en su experiencia, el método que había aplicado con Leo era infalible, ya que había funcionado en la mayoría de los chicos con los que había salido, por lo tanto, estaba muy segura de que luego de atacar con ese atrevido beso cerca de los inocentes labios, el chico pelirrojo aceptaría inmediatamente su tentadora invitación. Fue así que, tras lanzar el ataque, Maddie sonrió de manera coqueta y esperó confiada la respuesta afirmativa. En tanto, Leo estaba con la guardia baja cuando fue besado por esa chica hermosa, que en ese momento se congeló y su mente se volvió un caos difícil de procesar. «¿Qué acaba de pasar? ¡Rayos! ¿Me besó? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué pretende con eso? ¿Acaso le gusto?», fueron los pensamientos que azotaron el cerebro del introvertido muchacho, que debido a la impresión no escuchó lo último que le dijo Maddie. Como el tímido chico no respondía, Maddie se preocupó al pensar que había cometido un error al practicar un movimiento tan peligroso en alguien co
Tras dejar a Maddie, Leo condujo en automático hasta que llegó a su casa. Como estaba tan deprimido por su “fallida cita”, al entrar, subió de inmediato a su habitación, sin percatarse de que su padre lo esperaba en la sala para preguntar cómo le había ido con la “clienta”. Al notar la evasiva actitud de su hijo, Jacob supuso que las cosas no habían salido tan bien como esperaba. Aunque pensó ir con él para consolarlo, prefirió dejarlo solo para que él pudiera desahogarse. Por otro lado, el chico pelirrojo cerró la puerta con demasiada fuerza e inmediatamente se derrumbó en la cama, enterrando su cara en la almohada. Se sentía tan agotado físicamente y mentalmente, que en ese momento solo deseaba desaparecer de la faz de la tierra. Maddie le había ofrecido la oportunidad de su vida y él solo se comportó estúpidamente. Luego de varios minutos de lamentarse mentalmente, se levantó perezosamente para desvestirse y así no tener que recordar más la fallida cita. Sin embargo, cuando pasó
Posterior a que Leo se marchara, Maddie tardó cinco minutos en darse cuenta de que había sido desairada e inmediatamente se sintió herida en su orgullo, sin poder creer que en pleno siglo XXI existiera un hombre tan puritano como él. Si bien era cierto que esa noche no tenía muchas intenciones de tener sexo, no imaginó que él la rechazaría de esta manera. Como estaba tan indignada, al entrar a su casa, se quitó rápidamente los zapatos y los lanzó a un lado. Después de esto, siguió caminando hacia su habitación, arrojando a su paso sus pertenencias. —¿Por qué me molesta que él se haya comportado como si fuera un monje? ¡Ah! ¡No puedo creer que él sea tan estúpido para rechazar la oportunidad de estar con una mujer como yo! ¿Seguro será un hombre? Capaz es gay y aceptó salir conmigo con tal de comprobar su sexualidad. ¡Ains! ¡Soy una tonta! —exclamó furiosa. Tras desahogar su ira contra los objetos que tenía a su paso, llegó a su habitación y se tiró en la cama mirando al techo. Ento
La respuesta abrupta dejó sin habla a ambas mujeres, en especial a Maddie, que en ese momento se dio cuenta de que había exagerado en su terquedad por negar sus propios sentimientos. En tanto, Claire aclaró su garganta e intentó de abrir la boca, pero su mente estaba tan sacudida por la impactante declaración de su amiga, que no tenía palabras para convencer a la joven irreverente de que su deseo irrefrenable por terminar ese proyecto la estaba conduciendo a un callejón sin salida. Sumamente incómoda, la joven abogada suspiró pesadamente y prefirió esperar a que Maddie rompiera el silencio. En tanto, la chica trigueña, al ver que su amiga estaba perturbada con su expresión, intentó excusarse. —Lo siento, estoy un poco irritada y hablé sin pesar. —¿Si te escuchaste? —cuestionó Claire—. Realmente me sorprende verte enfadada por encontrar al primer chico que se niega a acostarse contigo. —¡Exacto! —exclamó sumamente desesperada—. Tienes razón con que no debería molestarme por algo as
Cuando terminó de hablar, Leo temblaba de emoción y se sentía ansioso por escuchar la respuesta de Maddie a su invitación de comenzar de nuevo. Como ella permanecía en silencio, insistió en su pregunta. —¿Te gustaría volver a salir conmigo? Del otro lado de la línea, la chica atrevida estaba muda de la impresión con el atrevimiento del pelirrojo, que no podía pensar con claridad. Aunque le alegraba tener una segunda oportunidad para enmendar las cosas con él, en el fondo sentía culpabilidad por ilusionar a un muchacho tan inocente como Leo solo para usarlo en su propio beneficio, tal como había hecho con sus anteriores conquistas. Al no escuchar la respuesta de la hermosa chica, la inquietud del muchacho aumentó, al grado de considerar que había sido un error pedir una nueva cita. Angustiado por esto, decidió retirar su propuesta. —Bueno, si estás interesada... —comenzó a decir con torpeza—. Digo... si es que tienes tiempo... Quizás una chica linda como tú está muy ocupada como par
A pesar de que solo estaban hablando por teléfono, Maddie sintió su corazón derretirse de ternura al escuchar a Leo decir que la extrañaba, gesto que la dejó sin palabras. Ante esta situación, pensó que siendo una experta en el arte del coqueteo, su orgullo no le permitía ser vencida por un chico principiante como el pelirrojo virgen. Con esto en mente aclaró su garganta y reviró seductoramente. —¿Por qué me extrañas? Si mañana nos vamos a ver de nuevo. —Lo sé —suspiró el muchacho inocente, que al otro lado de la línea no detectó el tono seductor en dicha frase, y volvió a atacar haciendo gala de su ingenuidad—, pero el tiempo que estoy contigo se me esfuma y siempre quiero más. La sinceridad de Leo resultaba tan peligrosa para Maddie, que cada palabra que él decía se introducía a su ser como una aguja hipodérmica, bloqueando sus nervios y sin darle oportunidad de reaccionar. «¿Acaso este chico es un doble cara que finge ser inocente para que caiga en sus redes?», comenzó a pensar