Paolo sacudió la cabeza mientras una sonrisa adornaba su rostro. Últimamente se encontraba sonriendo en cualquier momento. Se había ganado más de una mirada extraña a causa de eso. Había pasado casi una semana desde que Loredana y él estaba saliendo formalmente y las cosas no podían marchar mejor. Cada noche, desde el domingo, ella se había quedado a dormir en su casa. Se había acostumbrado a compartir cama con ella incluso cuando solo se quedaban allí en silencio abrazados. Loredana no había puesto mucha resistencia al respecto e, incluso, muchas de sus cosas ocupaban ahora su habitación. Le gustaba ver su espacio lleno de las cosas de la mujer que amaba, aunque a veces su desorden podía ponerlo un poco loco. Todavía no habían hablado con nadie, además de su madre, respecto a su relación y estaban optando por mantener un bajo perfil, pese a que él se moría por decirle a todo el mundo que Loredana era suya. —Señor, buenos días —saludó Nestore tan pronto pasó delante de su escrit
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