Paolo vio cómo Giancarlo se inclinaba a abrazar a Loredana para luego darle un beso en la mejilla. Apretó el volante e inhaló profundo antes de hacer una estupidez como bajar del auto y lanzarse sobre el hombre. Esa era una mala idea, por supuesto. No quería que nadie supiera que estaba observando porque para comenzar ni siquiera debería estar allí. Era claro que estaba actuando como un acosador, pero después de ver a Loredana abandonar la fiesta en el auto de su cita, no había dudado en seguirlos. Su cuñado se había marchado antes, ansioso por regresar junto con su esposa, y eso le había evitado convertirse de nuevo en el blanco de sus burlas, aunque dudaba mucho que eso lo hubiera hecho entrar en razón. Giancarlo esperó hasta que Loredana entró a su casa antes de darse la vuelta. Él miró en su dirección y por un instante pensó que lo había visto, pero luego entró a su vehículo y se marchó. En cuanto Giancarlo salió de su rango de visión, observó hacia las ventanas de la casa de L
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