Capítulo 23

Paolo despertó con un dolor de cabeza insoportable y la garganta seca. Abrió los ojos y los cerró de inmediato cuando la luz del día no hizo más que empeorar su dolor. Le tomó un tiempo acostumbrarse al incesante latido en sus sienes y cuando lo hizo miró donde se encontraba.

Al parecer se había quedado dormido en el sillón, aunque no recordaba cómo es qué había llegado allí para comenzar.

Vio un vaso de agua sobre la mesa de café y unas píldoras, probablemente Angelina las había dejado allí. Estiró la mano, pero la miró extrañado al darse cuenta que llevaba una venda.

«¡Maldición!» ¿Qué había sucedido?

Agarró las pastillas y las arrojó dentro su boca, luego bebió un poco de agua.

Intentó recordar lo que había hecho el día anterior.

Como cada año había ido al cementerio temprano. Siempre solía quedarse allí hasta el medio día o un poco más; pero en esa ocasión apenas había permanecido unos minutos. La culpa casi lo había destrozado. Y los recuerdos se habían sentido más vívidos que nu
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