Capítulo 38
Paolo frunció el ceño al ver las rejas abiertas. Apresuró el pasó con un mal presentimiento. Loredana nunca se habría olvidado de cerrarlas, algo más debía de estar pasando. Usó las llaves que ella le había dado para abrir la puerta y entró.

Su visión se tornó roja en cuanto vio a Aurelio sobre Loredana. Ambos estaban sobre el sofá y él la estaba besando. Desde su posición no podía ver el rostro de Loredana. Tan solo un segundo la idea de que ella lo estuviera engañando se cruzó por su mente, pero la descartó de inmediato.

Un gruñido escapó de sus labios antes de lanzarse a atacar a Aurelio. Lo tomó del hombro y le dio la vuelta, sin pensarlo dos veces le propinó un puñetazo. El hombre tuvo el descaro de sonreír.

—Ella siempre fue mía —musitó Aurelio.

Lo golpeó otra vez solo para borrarle la sonrisa. Él cayó en el suelo.

Sus ojos se desviaron a Loredana y, al verla, terminó de perder el control. Tenía el labio partido, un moretón comenzaba a formarse en su mejilla y sus ojos esta
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