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Todos los capítulos de Casados por Error: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo cuarenta. Entre el paraíso y el infierno
«Vete, no quiero verte…»«Vete, no quiero verte…»«No quiero verte…»Ryan sintió que estaba siendo echado del paraíso para ser arrastrado a lo más profundo del infierno. Ni siquiera podía decir lo que sentía en ese momento.Las palabras de Emma eran dagas apuñalando su corazón, desgarrando su carne y su alma. Destrozando cada rincón de su ser.—No, no puedes pedirme que me marche, Emma, no voy a dejarte, no puedo alejarme de ti, por ¡Dios! ¡No me hagas esto! —gritó él con voz rota, no obstante, Emma ya no podía sentir pena ni dolor. Su corazón se había congelado en ese difícil momento. La pérdida de su bebé le había cambiado la vida de tal manera que nunca creyó posible.—Pero yo si voy a dejarte, Ryan, yo necesito alejarme de ti —dijo con frialdad y sin apartar la mirada del hombre a quien hasta hace unos segundos consideró el amor de su vida, el hombre que sin pensar le hizo más daño que ninguno. Con intención o sin intención, le había herido profundamente.—Te amo, Emma, te amo —di
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Capítulo cuarenta y uno. ¿No vas a luchar por ella?
Ryan abrió la puerta de su piso, estaba desolado, no había ningún rastro de fuerza en él, se sentía perdido. Solo y abandonado.—Te equivocaste, Ryan. Te equivocaste terriblemente —susurró dejándose caer sobre el sillón.Sus ojos derramaron gruesas lágrimas y su garganta se cerró mientras los recuerdos de sus días felices atravesaban su memoria.Emma caminando por la sala, Emma cocinando, Emma sonriéndole desde el otro lado de la mesa mientras trabajaban en sus proyectos. Emma caminando casi desnuda, seduciéndolo, embrujándolo.El alarido desgarrador que salió de su garganta fue brutal y habría sido conmovedor si alguien lo hubiese escuchado, pero estaba solo. Tan malditamente solo…Y la sensación de soledad no fue mejorando con el paso de las horas y los días, ese sentimiento de pérdida estaba atormentándolo día y noche, y moría al pensar que en breve el olor de Emma se perdiera, que su esencia desapareciera y él no tuviese nada a que aferrarse. Sin Emma todo lo que quería era morir.
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Capítulo cuarenta y dos. Me declaro culpable
Emma sintió un escalofrío correr por su cuerpo al escuchar su nombre en los labios de Ryan. Su primer pensamiento fue: ¿Cómo había regresado? ¿Alguien le había dicho que ella estaba en el departamento? ¿Quién sería capaz de traicionarla?, pensó. Su madre era la única que sabía que vendría por sus cosas, no obstante, sabía que ella no sería capaz de hacerle una cosa como esta.—Emma…Ryan no podía creer que ella estuviera en casa, ella había venido. Sus ojos se deslizaron para ver la maleta que estaba sobre la cama.—Solamente vine por mis cosas —dijo ella como si pudiera adivinar sus pensamientos.Ryan miró una vez más la maleta antes de mirarla a los ojos.Emma contuvo la respiración al ver el rostro de Ryan, sus ojos estaban vacíos, sus ojeras estaban muy marcadas, pequeñas bolsas negras se formaban alrededor de sus ojos. En definitiva, no era ni la sombra del hombre que ella había amado.—No te vayas —le pidió él cerrando la puerta detrás de su espalda y pasando el seguro.—¿Qué-qu
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Capítulo cuarenta y tres. Conquístame si puedes
Emma ni siquiera había pensado una sola vez en la mujer, de hecho, había creído que todo fue un invento de su parte para atraer a Ryan a su lado. Y que él había acudido a la llamada porque seguía enamorado de Clarise. ¿Se había equivocado?Emma se puso de pie, mientras caminaba al área de información, varios pensamientos acudieron a su cabeza. ¿Cómo sabía Angélica del accidente de Clarise? ¿Cómo sabía Angélica exactamente dónde encontrarla ese día? Esas y otras preguntas más fueron atormentándola. Debía admitir que había subestimado a Angélica aquella noche. Quizá si hubiese pensado las cosas con cabeza fría…—¿Puedo ayudarle en algo, señorita? —preguntó la enfermera distrayendo a la joven de sus tormentosos pensamientos.—Quisiera saber de Clarise Armchair, soy una amiga —mintió.—¿De verdad? —la mujer parecía aliviada—. Ninguna persona ha preguntado por ella desde el día que salió de la sala de operaciones, el contacto que ella tenía en caso de emergencia se marchó luego de llenar t
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Capítulo cuarenta y cuatro. ¿Desde cuándo hay secretos entre nosotras?
Ryan abrió y cerró los ojos, él no podía creer lo que estaba viendo en ese momento. Llevó sus manos al rostro y se limpió los ojos, pero la escena continuaba frente a él.Era Emma. Emma y su bebé, un hermoso bebé de cabellos rubios y ojos verdes, tan parecido a la joven.Ryan sintió que su corazón iba a explotar ante la felicidad que le embargaba, caminó dos pasos hacia Emma y su bebé, sin embargo, ella se alejó tres.—Emma —llamó, pero ella no respondió, ni siquiera la miró. Era como si ella no lo escuchara.Ryan caminó otros dos pasos más y se detuvo al escuchar el llanto del bebé. Emma lo acunó con amor entre sus brazos y lo alimentó para calmarlo. Ryan miró la escena una vez más sin atreverse a avanzar un solo paso más.—Emma —llamó de nuevo.—Vamos, bebé. Tenemos que marcharnos —la voz de Emma le dolió tan profundo que no pudo evitar correr tras ella.—Emma, no te vayas, ¡Emma! ¡Emma, por favor, espera! —gritó y por más que corrió no fue capaz de alcanzarla.Ryan abrió los ojos d
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Capítulo cuarenta y cinco. El hombre que te ama…
Emma sonrió al mirar los rostros felices de sus hermanos, Peter y Patrick no parecían dos adolescentes sino dos niños con juguete nuevo.Apenas se registraron en el hotel y ya estaban pidiendo a gritos disfrutar del parque de diversiones.—Tranquilos chicos, esperemos a que nuestros padres bajen de su habitación, el viaje ha sido muy cansado, han sido casi seis horas de vuelo —les recordó Emma.Sin embargo, los gemelos, con toda la energía de su juventud, sentían que no era nada.—El vuelo a Florida habría sido mucho más corto —se quejó Peter mientras Patrick le golpeaba la espalda con poca discreción.Emma le sonrió, pero no dijo nada, en su lugar caminó hasta los sillones, tomó un folleto y se sentó a la espera de sus padres.—¿Por qué diablos me has golpeado? —se quejó Peter al quedarse a una distancia prudente de Emma.—El vuelo a Florida habría sido mucho más corto —repitió Patrick imitando la voz de Peter. —¿Eres idiota o te haces? —preguntó con enojo.—¿Qué fue lo que dije de m
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Capítulo cuarenta y seis. ¡¡¡No me sigas!!!
«¡Ryan Black!»El grito de Emma hizo estremecer el cuerpo de Ryan dentro del enorme y pesado traje, miró de un lado a otro, buscando una manera segura de escapar sin morir en el intento. Sin embargo, la situación se tornó complicada cuando miró llegar a Michael, con él presente, las cosas podían irse al traste y lo último que deseaba era echar de cabeza a su aliado.Ryan estaba seguro de que su amigo iba a matarlo, si se daba cuenta de que los había seguido hasta California.—¿Qué está pasando aquí, por qué gritas el nombre del innombrable? —preguntó Michael.Ryan apretó los dientes y evitó gruñir, ante la manera en la que Michael lo había llamado. ¿Innombrable? ¿Era en serio?—Estoy agotada, Michel, ¿podrías llevarme al hotel? —intervino Natasha con prisa.—Quiero saber, porque Emma gritó el nombre de ese…—Ven, vamos al hotel y deja que Emma resuelva lo que tenga que resolver —Natasha tomó el brazo de Michael y lo alejó de Emma y Ryan. Sin embargo, los gemelos no se movieron de su l
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Capítulo cuarenta y siete. Eso se llama amor…
Emma bajó del avión luego de seis horas de vuelo, el cielo de Nueva York ya había oscurecido y lo único que anhelaba era lanzarse sobre su cómoda cama y recordar el beso que Ryan le había dado. Ese beso que estaba persiguiéndola desde que él se despidió en el restaurante del hotel, había pasado muchas horas y, sin embargo, ella sentía un hormigueo en sus labios. La joven dejó escapar un sonoro suspiro que llamó la atención de su familia. —¿Qué sucede, cariño, algo te incomoda? —preguntó Michael mientras la ayudaba con su maleta, mientras caminaban por el pasillo de desembarco. —No es nada, papá, estoy cansada —dijo al darse cuenta de que su padre estaba muy pendiente de sus reacciones. —Quizá sea esa maceta, ¿Por qué no la tiras? —propuso Peter. —¿Quieres tirarla? —preguntó Emma al chico cuando llegó a su lado. —¡Sí! —De acuerdo, toda tuya, no obstante, te advierto que apenas estemos en casa, tu tablet puede sufrir una caída accidental, o ¿Qué tal tus colecciones de autos? —dij
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Capítulo cuarenta y ocho. Te veo a las ocho…
A la mañana siguiente, Emma se levantó de la cama con más ánimos de los que había sentido últimamente y lo primero que hizo fue regar su rosal y su lazo de amor. Sonrió al recordar a Ryan vestido de Garfio y luego vestido de mariachi. Sonrió y se mordió el labio, su corazón latía tan locamente que se llevó una mano al pecho para tratar de controlarlo.Una hora más tarde la joven bajó al comedor para reunirse con su familia, esa mañana no había recibido mensaje de Ryan, pero él le había prometido que se verían ese día y ella le creía. Y por increíble que fuera, ella estaba deseando verlo.—No tienes que ir a la oficina hoy cariño, Aurora puede ocuparse de todo —mencionó Michael luego de que ella saludara y se sentara a la mesa.—Me encantaría quedarme en casa, sin embargo, tengo varias cosas que hacer aún. Quiero visitar a Betsabé y su hijo —dijo—. Hablando de ellos, me gustaría hablar con ustedes al respecto de algo muy importante.—Por supuesto cariño, ¿de qué se trata? —preguntó Nat
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Capítulo cuarenta y nueve. Un aliado secreto
«Te veo a las ocho…»«Te veo a las ocho…»«Te veo a las ocho…»Cinco palabras que se repitieron en la cabeza de Ryan como un mantra, mientras se preguntaba. ¿De verdad Emma había aceptado salir a cenar esa noche con él?, Ryan no podía creerlo. Por supuesto, él estaba trabajando duro para esto, no obstante, no creía que fuera posible que…—¿Ryan? —llamó Emma al verlo tan quieto como una estatua de mármol—. ¡Ryan! —exclamó sin levantar la voz, no quería llamar la atención de su padre, no quería que ellos volvieran a discutir una vez más. Ellos eran amigos.—Pellízcame —susurró Ryan tan bajito que Emma no logró escucharlo.—¿Qué?—Pellízcame —repitió.Emma sonrió y antes de que el hombre pudiera ser consciente de lo que había pedido. La muchacha llevó dos dedos al brazo y sobre la manga del traje de oficina pellizcó tan duro que hasta se sintió complacida cuando…—¡¡¡Auch!!! ¡Eso duele! —gritó Ryan y Emma no pudo evitar dejar escapar una carcajada al escucharlo.—Soy una esposa complacie
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