Capítulo cuarenta y ocho. Te veo a las ocho…

A la mañana siguiente, Emma se levantó de la cama con más ánimos de los que había sentido últimamente y lo primero que hizo fue regar su rosal y su lazo de amor. Sonrió al recordar a Ryan vestido de Garfio y luego vestido de mariachi. Sonrió y se mordió el labio, su corazón latía tan locamente que se llevó una mano al pecho para tratar de controlarlo.

Una hora más tarde la joven bajó al comedor para reunirse con su familia, esa mañana no había recibido mensaje de Ryan, pero él le había prometido que se verían ese día y ella le creía. Y por increíble que fuera, ella estaba deseando verlo.

—No tienes que ir a la oficina hoy cariño, Aurora puede ocuparse de todo —mencionó Michael luego de que ella saludara y se sentara a la mesa.

—Me encantaría quedarme en casa, sin embargo, tengo varias cosas que hacer aún. Quiero visitar a Betsabé y su hijo —dijo—. Hablando de ellos, me gustaría hablar con ustedes al respecto de algo muy importante.

—Por supuesto cariño, ¿de qué se trata? —preguntó Nat
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