Emma bajó del avión luego de seis horas de vuelo, el cielo de Nueva York ya había oscurecido y lo único que anhelaba era lanzarse sobre su cómoda cama y recordar el beso que Ryan le había dado. Ese beso que estaba persiguiéndola desde que él se despidió en el restaurante del hotel, había pasado muchas horas y, sin embargo, ella sentía un hormigueo en sus labios. La joven dejó escapar un sonoro suspiro que llamó la atención de su familia. —¿Qué sucede, cariño, algo te incomoda? —preguntó Michael mientras la ayudaba con su maleta, mientras caminaban por el pasillo de desembarco. —No es nada, papá, estoy cansada —dijo al darse cuenta de que su padre estaba muy pendiente de sus reacciones. —Quizá sea esa maceta, ¿Por qué no la tiras? —propuso Peter. —¿Quieres tirarla? —preguntó Emma al chico cuando llegó a su lado. —¡Sí! —De acuerdo, toda tuya, no obstante, te advierto que apenas estemos en casa, tu tablet puede sufrir una caída accidental, o ¿Qué tal tus colecciones de autos? —dij
A la mañana siguiente, Emma se levantó de la cama con más ánimos de los que había sentido últimamente y lo primero que hizo fue regar su rosal y su lazo de amor. Sonrió al recordar a Ryan vestido de Garfio y luego vestido de mariachi. Sonrió y se mordió el labio, su corazón latía tan locamente que se llevó una mano al pecho para tratar de controlarlo.Una hora más tarde la joven bajó al comedor para reunirse con su familia, esa mañana no había recibido mensaje de Ryan, pero él le había prometido que se verían ese día y ella le creía. Y por increíble que fuera, ella estaba deseando verlo.—No tienes que ir a la oficina hoy cariño, Aurora puede ocuparse de todo —mencionó Michael luego de que ella saludara y se sentara a la mesa.—Me encantaría quedarme en casa, sin embargo, tengo varias cosas que hacer aún. Quiero visitar a Betsabé y su hijo —dijo—. Hablando de ellos, me gustaría hablar con ustedes al respecto de algo muy importante.—Por supuesto cariño, ¿de qué se trata? —preguntó Nat
«Te veo a las ocho…»«Te veo a las ocho…»«Te veo a las ocho…»Cinco palabras que se repitieron en la cabeza de Ryan como un mantra, mientras se preguntaba. ¿De verdad Emma había aceptado salir a cenar esa noche con él?, Ryan no podía creerlo. Por supuesto, él estaba trabajando duro para esto, no obstante, no creía que fuera posible que…—¿Ryan? —llamó Emma al verlo tan quieto como una estatua de mármol—. ¡Ryan! —exclamó sin levantar la voz, no quería llamar la atención de su padre, no quería que ellos volvieran a discutir una vez más. Ellos eran amigos.—Pellízcame —susurró Ryan tan bajito que Emma no logró escucharlo.—¿Qué?—Pellízcame —repitió.Emma sonrió y antes de que el hombre pudiera ser consciente de lo que había pedido. La muchacha llevó dos dedos al brazo y sobre la manga del traje de oficina pellizcó tan duro que hasta se sintió complacida cuando…—¡¡¡Auch!!! ¡Eso duele! —gritó Ryan y Emma no pudo evitar dejar escapar una carcajada al escucharlo.—Soy una esposa complacie
Emma guardó silencio mientras Ryan conducía y lo que ella pensó que sería una cena en algún restaurante en la ciudad fue algo muy distinto.—¿Long Beach? —preguntó al ver la dirección que su esposo tomaba.—Long Beach —respondió Ryan con una ligera sonrisa.—Creí que iríamos a cenar, ¿qué es lo que crees que haces llevándome tan lejos de casa? —preguntó con tono indignado.La realidad era otra, el corazón de Emma latía desenfrenado al imaginar estar a solas con Ryan. Ya en la oficina había dado una muestra de su poca fuerza de voluntad que tenía estando en su presencia, en la noche y a solas, ella no quería reflexionar en lo que podría ocurrir entre ellos de nuevo.—Te invité a cenar, cariño, y es lo que haremos. Pero quiero cocinarte personalmente, extraño hacerlo —dijo él con una ligera sonrisa en los labios.Emma asintió, se mordió los labios y no dijo ni una sola palabra más, esperando llegar a su destino y saber lo que Ryan tenía preparado para ella.Ryan la miró de vez en cuando
«No deja de preguntar por una mujer… Emma Collins…»«… Emma Collins…»«… Emma Collins…»Las palabras de la mujer se repetían como un mantra en la cabeza de Ryan, ¿Quién era ese hombre y de dónde conocía a Emma? Esas eran las preguntas más importantes que se hacía el abogado. ¿Quién era? ¿Y de dónde conocía a Emma?—¿Ryan? —la voz de Emma sacó al hombre de sus cuestionamientos. Ryan giró el rostro para verla, ¿Cómo decirle que el hombre que casi atropelló pregunta por ella?»—¿Qué sucede, Ryan, por qué te has quedado mudo y tu rostro incluso se ve pálido? —preguntó la joven incorporándose sobre la cama y cubriendo su desnudez con la sábana.—Ayer por la mañana, salí con destino a Brooklyn. Recibí información sobre el paradero de Angélica y decidí investigar —empezó Ryan a explicar bajo la atenta mirada de Emma.—¿Fuiste por Angélica solo? —el nudo que se formó en la garganta de la joven casi la ahogó.—Contraté un investigador privado, técnicamente no iba solo, pero tampoco iba con él
Ryan pareció no comprender las palabras de su esposa.—¿Cómo que debe seguir pensando que estamos separados? —preguntó.—Tenemos que ser mucho más listos que ella, Ryan, si queremos que Angélica pague por todo el daño que ha causado, tenemos que evitar darle una sola oportunidad de separarnos de verdad.Ryan asintió, aunque la idea no le agradaba del todo y no comprendía el alcance de las ideas de Emma, las aceptó.La pareja permaneció unos minutos más en el pasillo antes de que Ryan llevara a Emma a comer, él podía olvidarse de todo y de todos, pero jamás de que Emma no debía saltarse el horario de comida.Luego de disfrutar de un rico y saludable almuerzo. Ryan manejó a uno de los hoteles de la ciudad para conseguir una habitación.Con la confirmación de que Nicholas era el hombre que casi había atropellado y que podía ser de gran utilidad en caso de que no estuviera trabajando para Angélica, no podían volver a casa y arriesgarse a que la loca se enterara de que el hombre seguía viv
Angélica ajustó la gorra sobre su cabeza y se colocó los lentes, caminó de manera que las cámaras no pudieran captar en detalle su rostro y extendió un bastón blanco para hacerse pasar por una persona no vidente y de esa manera descartar toda sospecha de ella. Y ahora, con la seguridad de que Emma y Ryan estaban peleados, ella intentaría seducirlo, encontraría una manera, porque de algo estaba segura. Emma amaba a Ryan más de lo que jamás amó a Nicholas y ella sufriría si la miraba en brazos de otra y mejor si eran en los suyos.Mientras tanto, Emma subió hasta el último piso del edificio, saludó a Aurora y se encerró en su oficina.Se sentía eufórica por lo que acababa de hacer. Tenía sentimientos encontrados porque no sentía nada de lo que gritó allí abajo, pero el juego había comenzado y solamente una de las dos partes podía salir vencedor y Emma estaba segura por todo lo sagrado y por todo lo que amaba que no sería Angélica.Esa malvada mujer debía pagar por todos sus crímenes, en
Ryan sonrió al leer el mensaje que Emma le había enviado, «no te he perdonado».—Repítelo hasta que te lo creas, mi amada esposa —dijo en voz alta mientras cerraba los ojos y recordaba lo sucedido la noche anterior en Brooklyn.«—¡Aaah! —el gemido abandonó los labios de Emma al sentir como Ryan golpeaba su punto dulce mientras se aferraba a uno de sus redondos pechos.—Eres deliciosa, adictiva, mi perdición —susurró Ryan perdiéndose entre los pliegues húmedos de Emma una y otra vez, hasta sentir como era apresado por las paredes vaginales de su esposa. Se sentía tan apretado que la corriente de placer se extendió por todo su cuerpo, un subidón antes de concentrarse en su duro miembro golpeando el interior de la joven.Emma explotó en un delicioso orgasmo. El clímax se precipitó a través de ella con tal fuerza que por un momento pensó que era elevada al cielo.Era la sensación más increíble, sublime y brutal que jamás había experimentado y es que cada vez que hacía el amor con Ryan Bla