Ryan abrió y cerró los ojos, él no podía creer lo que estaba viendo en ese momento. Llevó sus manos al rostro y se limpió los ojos, pero la escena continuaba frente a él.Era Emma. Emma y su bebé, un hermoso bebé de cabellos rubios y ojos verdes, tan parecido a la joven.Ryan sintió que su corazón iba a explotar ante la felicidad que le embargaba, caminó dos pasos hacia Emma y su bebé, sin embargo, ella se alejó tres.—Emma —llamó, pero ella no respondió, ni siquiera la miró. Era como si ella no lo escuchara.Ryan caminó otros dos pasos más y se detuvo al escuchar el llanto del bebé. Emma lo acunó con amor entre sus brazos y lo alimentó para calmarlo. Ryan miró la escena una vez más sin atreverse a avanzar un solo paso más.—Emma —llamó de nuevo.—Vamos, bebé. Tenemos que marcharnos —la voz de Emma le dolió tan profundo que no pudo evitar correr tras ella.—Emma, no te vayas, ¡Emma! ¡Emma, por favor, espera! —gritó y por más que corrió no fue capaz de alcanzarla.Ryan abrió los ojos d
Emma sonrió al mirar los rostros felices de sus hermanos, Peter y Patrick no parecían dos adolescentes sino dos niños con juguete nuevo.Apenas se registraron en el hotel y ya estaban pidiendo a gritos disfrutar del parque de diversiones.—Tranquilos chicos, esperemos a que nuestros padres bajen de su habitación, el viaje ha sido muy cansado, han sido casi seis horas de vuelo —les recordó Emma.Sin embargo, los gemelos, con toda la energía de su juventud, sentían que no era nada.—El vuelo a Florida habría sido mucho más corto —se quejó Peter mientras Patrick le golpeaba la espalda con poca discreción.Emma le sonrió, pero no dijo nada, en su lugar caminó hasta los sillones, tomó un folleto y se sentó a la espera de sus padres.—¿Por qué diablos me has golpeado? —se quejó Peter al quedarse a una distancia prudente de Emma.—El vuelo a Florida habría sido mucho más corto —repitió Patrick imitando la voz de Peter. —¿Eres idiota o te haces? —preguntó con enojo.—¿Qué fue lo que dije de m
«¡Ryan Black!»El grito de Emma hizo estremecer el cuerpo de Ryan dentro del enorme y pesado traje, miró de un lado a otro, buscando una manera segura de escapar sin morir en el intento. Sin embargo, la situación se tornó complicada cuando miró llegar a Michael, con él presente, las cosas podían irse al traste y lo último que deseaba era echar de cabeza a su aliado.Ryan estaba seguro de que su amigo iba a matarlo, si se daba cuenta de que los había seguido hasta California.—¿Qué está pasando aquí, por qué gritas el nombre del innombrable? —preguntó Michael.Ryan apretó los dientes y evitó gruñir, ante la manera en la que Michael lo había llamado. ¿Innombrable? ¿Era en serio?—Estoy agotada, Michel, ¿podrías llevarme al hotel? —intervino Natasha con prisa.—Quiero saber, porque Emma gritó el nombre de ese…—Ven, vamos al hotel y deja que Emma resuelva lo que tenga que resolver —Natasha tomó el brazo de Michael y lo alejó de Emma y Ryan. Sin embargo, los gemelos no se movieron de su l
Emma bajó del avión luego de seis horas de vuelo, el cielo de Nueva York ya había oscurecido y lo único que anhelaba era lanzarse sobre su cómoda cama y recordar el beso que Ryan le había dado. Ese beso que estaba persiguiéndola desde que él se despidió en el restaurante del hotel, había pasado muchas horas y, sin embargo, ella sentía un hormigueo en sus labios. La joven dejó escapar un sonoro suspiro que llamó la atención de su familia. —¿Qué sucede, cariño, algo te incomoda? —preguntó Michael mientras la ayudaba con su maleta, mientras caminaban por el pasillo de desembarco. —No es nada, papá, estoy cansada —dijo al darse cuenta de que su padre estaba muy pendiente de sus reacciones. —Quizá sea esa maceta, ¿Por qué no la tiras? —propuso Peter. —¿Quieres tirarla? —preguntó Emma al chico cuando llegó a su lado. —¡Sí! —De acuerdo, toda tuya, no obstante, te advierto que apenas estemos en casa, tu tablet puede sufrir una caída accidental, o ¿Qué tal tus colecciones de autos? —dij
A la mañana siguiente, Emma se levantó de la cama con más ánimos de los que había sentido últimamente y lo primero que hizo fue regar su rosal y su lazo de amor. Sonrió al recordar a Ryan vestido de Garfio y luego vestido de mariachi. Sonrió y se mordió el labio, su corazón latía tan locamente que se llevó una mano al pecho para tratar de controlarlo.Una hora más tarde la joven bajó al comedor para reunirse con su familia, esa mañana no había recibido mensaje de Ryan, pero él le había prometido que se verían ese día y ella le creía. Y por increíble que fuera, ella estaba deseando verlo.—No tienes que ir a la oficina hoy cariño, Aurora puede ocuparse de todo —mencionó Michael luego de que ella saludara y se sentara a la mesa.—Me encantaría quedarme en casa, sin embargo, tengo varias cosas que hacer aún. Quiero visitar a Betsabé y su hijo —dijo—. Hablando de ellos, me gustaría hablar con ustedes al respecto de algo muy importante.—Por supuesto cariño, ¿de qué se trata? —preguntó Nat
«Te veo a las ocho…»«Te veo a las ocho…»«Te veo a las ocho…»Cinco palabras que se repitieron en la cabeza de Ryan como un mantra, mientras se preguntaba. ¿De verdad Emma había aceptado salir a cenar esa noche con él?, Ryan no podía creerlo. Por supuesto, él estaba trabajando duro para esto, no obstante, no creía que fuera posible que…—¿Ryan? —llamó Emma al verlo tan quieto como una estatua de mármol—. ¡Ryan! —exclamó sin levantar la voz, no quería llamar la atención de su padre, no quería que ellos volvieran a discutir una vez más. Ellos eran amigos.—Pellízcame —susurró Ryan tan bajito que Emma no logró escucharlo.—¿Qué?—Pellízcame —repitió.Emma sonrió y antes de que el hombre pudiera ser consciente de lo que había pedido. La muchacha llevó dos dedos al brazo y sobre la manga del traje de oficina pellizcó tan duro que hasta se sintió complacida cuando…—¡¡¡Auch!!! ¡Eso duele! —gritó Ryan y Emma no pudo evitar dejar escapar una carcajada al escucharlo.—Soy una esposa complacie
Emma guardó silencio mientras Ryan conducía y lo que ella pensó que sería una cena en algún restaurante en la ciudad fue algo muy distinto.—¿Long Beach? —preguntó al ver la dirección que su esposo tomaba.—Long Beach —respondió Ryan con una ligera sonrisa.—Creí que iríamos a cenar, ¿qué es lo que crees que haces llevándome tan lejos de casa? —preguntó con tono indignado.La realidad era otra, el corazón de Emma latía desenfrenado al imaginar estar a solas con Ryan. Ya en la oficina había dado una muestra de su poca fuerza de voluntad que tenía estando en su presencia, en la noche y a solas, ella no quería reflexionar en lo que podría ocurrir entre ellos de nuevo.—Te invité a cenar, cariño, y es lo que haremos. Pero quiero cocinarte personalmente, extraño hacerlo —dijo él con una ligera sonrisa en los labios.Emma asintió, se mordió los labios y no dijo ni una sola palabra más, esperando llegar a su destino y saber lo que Ryan tenía preparado para ella.Ryan la miró de vez en cuando
«No deja de preguntar por una mujer… Emma Collins…»«… Emma Collins…»«… Emma Collins…»Las palabras de la mujer se repetían como un mantra en la cabeza de Ryan, ¿Quién era ese hombre y de dónde conocía a Emma? Esas eran las preguntas más importantes que se hacía el abogado. ¿Quién era? ¿Y de dónde conocía a Emma?—¿Ryan? —la voz de Emma sacó al hombre de sus cuestionamientos. Ryan giró el rostro para verla, ¿Cómo decirle que el hombre que casi atropelló pregunta por ella?»—¿Qué sucede, Ryan, por qué te has quedado mudo y tu rostro incluso se ve pálido? —preguntó la joven incorporándose sobre la cama y cubriendo su desnudez con la sábana.—Ayer por la mañana, salí con destino a Brooklyn. Recibí información sobre el paradero de Angélica y decidí investigar —empezó Ryan a explicar bajo la atenta mirada de Emma.—¿Fuiste por Angélica solo? —el nudo que se formó en la garganta de la joven casi la ahogó.—Contraté un investigador privado, técnicamente no iba solo, pero tampoco iba con él