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Todos los capítulos de Casados por Error: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo treinta. Mi juventud y su experiencia
Emma disfrutó la fiesta, jamás se habría podido imaginar lo que Ryan y sus padres habían estado organizando a sus espaldas. Jamás habría sospechado.—¿Te ha gustado la sorpresa? —Emma miró a Ryan directamente a los ojos. Estaban tan cerca que más era imposible.Ryan la sostenía de la cintura mientras bailaban una melodía que a Emma le gustaba mucho y que, sin embargo, no le había prestado atención porque estaba concentrada en Ryan.—Me ha encantado, ¿en qué momento se te ocurrió todo esto? —preguntó ella recostando su cabeza sobre el hombro de Ryan.—Desde el momento en el que hablamos de una nueva sucursal. Hicimos todo lo humanamente posible para que estuviera listo poco antes de tu cumpleaños.—¿Hicimos?—Conté con algo de ayuda extra, no voy a llevarme todos los créditos —confesó a su oído.—Gracias, Ryan. Por un momento pensé que las cosas entre nosotros estaban enfriándose —le dijo ella en medio de un suspiro.—Te amo, bonita —respondió él, besando el lado de su frente que queda
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Capítulo treinta y uno. Inseguridades
Emma cerró los ojos y respiró profundamente al escuchar las palabras del jefe de la policía. ¿Qué más podía salir mal ese día? Emma pensó que era mejor ni preguntar. Hoy todo se había ido a la mierd4, no obstante, no tenía tiempo para lamentaciones.Caminó con paso seguro a la mesa donde Ryan se encontraba conversando con sus compañeros, como si nada hubiese sucedido, importándole poco lo que ella estaba sintiendo.—Lamento interrumpirte, Ryan, pero debemos marcharnos —Emma no miró a ninguno de los abogados, su mirada estaba puesta sobre Ryan.—Emma…—Te lo dije, Ryan. Me he disculpado con ella en el servicio, me temo que ella no es de las que aceptan una disculpa —Melanie intervino.Ryan miró a Emma, esperaba que ella discutiera o desmintiera las palabras de Melanie, sin embargo, ella no se molestó en mirar a la mujer, su mirada estaba fija sobre él y parecían dos filosas cuchillas que amenazaba con apuñalarlo.—Si me disculpan —dijo poniéndose de pie, tomó el brazo de Emma y se la l
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Capítulo treinta y dos. El veneno de los celos
La primera impresión de Ryan fue creer que Emma estaba bromeando, sin embargo, dejó de pensarlo en el momento que Emma caminó al closet y sacó una sábana, cogió una de las almohadas de la cama y se las colocó en las manos. —Ten una buena noche —dijo sin más lo empujó fuera de la habitación y le cerró la puerta en las narices. Por supuesto que para Emma hacer todo eso no fue fácil, le dolía en el alma las palabras de Ryan. Le dolía que él no se diera cuenta todo lo que ella lo amaba y que le importaba tres pepinos, lo que la gente opinaba de la edad que existía entre ellos, si a ella no le importaba, ¿Por qué tenía la gente que meterse? Con el enojo, la decepción y el dolor se metió a la cama y trató de dormir. Mañana tendría un día duro por delante. Mientras tanto, Ryan abrió los ojos, incapaz de poder dormir, se dio vuelta un par de veces en el sillón intentando no caer al piso, sin embargo, en la última revuelta terminó de nalgas contra el suelo. Él maldijo, se puso de pie moles
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Capítulo treinta y tres. El vestido de la venganza
Emma elevó una ceja al escuchar la voz de Ryan, lo conocía bastante bien como para saber que se sentía celoso.—Ryan, ¿qué haces aquí? —preguntó dedicándole una ligera sonrisa.Ryan se sentó a su lado y le dio un beso en los labios. Emma no se apartó, sin embargo, tampoco le correspondió.—Llamé a tu madre, me ha invitado a comer —dijo él sin girar su rostro para ver al hombre.—¿Ryan Black?La voz del tipo hizo a Ryan fijarse finalmente en el hombre.—¿Ángel? —Ryan se sintió un completo imbécil y a este paso iba a sentirse de aquella manera durante muchos días más.—Vaya hombre, no tienes por qué comportarte como un macho Alpha, estamos entre amigos —Ángel estiró la mano para saludar a Ryan y mientras los hombres estrecharon las manos, Emma Collins estaba dispuesta a conseguir que su marido se cabreara un poco más.—¿Qué esperabas? —preguntó—. Tenías las manos de mi esposa entre tus manos.—No sé lo que hayas visto hombre, yo solamente le ayudé a colocarse la pulsera que se le había
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Capítulo treinta y cuatro. Vamos a París
Emma sonrió y Ryan sintió que iba a asfixiarse al ver a Ángel dirigirse directamente a Emma.—¡Estás hermosa, toda una diosa! —exclamó el hombre saludando a Emma con efusividad. Le dio un beso en cada mejilla, dos besos que para Ryan fueron como hiel.—Gracias, Ángel, no obstante, me temo que estás exagerando —rebatió Emma.—Ninguna exageración, Ryan sin duda debe sentirse el puto amo contigo a su lado —expresó.Emma sonrió, Ryan ni siquiera era capaz de mostrar sus sentimientos en público y la joven apretó los dientes al darse cuenta de eso.Era ella siempre quien lo buscaba, era ella quien corría a sus brazos cada vez que lo miraba. Era ella quien le había dicho te amo.—Ángel —Ryan se acercó a Emma, colocó su mano a la altura del escote y extendió la otra mano para saludar al recién llegado.—Ryan —Ángel saludó y estrechó la mano de Ryan en gesto de cordialidad, pero la mano de Ryan se apretó con fuerza alrededor de sus dedos.—¡Ángel! —Michael llegó para ayudar a su amigo y Ryan t
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Capítulo treinta y cinco. La cigüeña vive en París
A la mañana siguiente y luego de una noche apasionada de reconciliación. Ryan y Emma bajaron al comedor para reunirse con la familia.—Buenos días, mamá —saludó Emma sonrojándose al pensar que sus padres sabían lo que ella y Ryan estuvieron haciendo durante la noche y parte del amanecer.—Buenos días, cariño, ¿todo bien? —preguntó al verla sonrojarse.—Sí, todo bien.—Buenos días, Natasha —Ryan fue un poco más atrevido y saludó a su suegra con un beso en la mejilla.—Buenos días, Ryan, por favor, tomen asiento —invitó Natasha antes de servir el desayuno.Michael y los gemelos llegaron solo un segundo después que los esposos. El rostro de Michael, hablaba por sí solo de la terrible noche que había pasado luego de ver a su princesa escapar de la fiesta del brazo de Ryan.—Buenos días —saludó cortante.—Buenos días —respondió la pareja al unísono.—Buenos días, amor —Natasha le dio un beso en los labios a Michael y un beso a cada uno de sus gemelos.El desayuno empezó en medio de un sile
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Capítulo treinta y seis. ¡Fue ella!
El vuelo aterrizó en el Aeropuerto París Orly, cerca de las nueve de la mañana, luego de siete horas y media de vuelo. Ryan y Emma aprovecharon el vuelo y descansaron un poco para poder disfrutar del primer día de su luna de miel.—¡Emma, Cariño! —Gerald movió su mano para llamar la atención de Emma mientras gritaba su nombre un par de veces para hacerse escuchar entre el gentío.—¡Hola, tío! —Emma se lanzó a los brazos del rubio antes de poder acercarse, algo que siempre hacía al verlo.—Mi niña, has cambiado tanto…—Soy una mujer casada —dijo Emma moviendo su mano frente a los ojos del artista y como si eso fuera la respuesta correcta.—Es lo que me ha platicado tu madre, ¿en qué diablos estabas pensando, Emma?—Cállate —susurró ella.—Finalmente, te casaste con “tú” viejo, ya decía yo que todo ese odio no podía terminar de otra manera —susurró solamente para los oídos de Emma, ella lo golpeó en las costillas ante el recordatorio de como ella solía llamarlo antes de amarlo.—Pues sí
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Capítulo treinta y siete. La última noche en París
Emma no dejó de pensar en la posibilidad que existía de comprobar la culpabilidad de Clarise Armchair en el robo. La sensación casi la abrumó y no le permitió disfrutar de la cena de esa noche con su tío Gerald.—Estás tensa, ¿qué sucede? —preguntó Gerald aprovechando el momento. Ryan se había disculpado para ir a los servicios.—No es nada tío, estoy pensando en todo lo que dejé en Nueva York, el caso de la joyería. En fin, creo que no he sido una buena compañía hoy para ustedes —se disculpó Emma.—Deja de lado todo lo que no te hará bien, cariño, disfruta del momento y cierra tus pensamientos a todo lo que no te trae felicidad, mi cielo —le recomendó el pintor—. Cuando vuelvas a Nueva York entonces piensa en las cosas que debes resolver, pero esta noche disfruta todo lo que puedas, uno nunca sabe cuándo puede ser la última vez.Emma asintió. Su tío tenía razón, no podía permitir que las acciones de terceros le robaran la paz y mucho menos la felicidad que tenía al lado de Ryan. Una
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Capítulo treinta y ocho. ¡Voy a matarlo!
Emma miró a Angélica antes de tomar su bolso.—No puedes engañarme, eres fácil de leer, Angélica, no voy a caer en tu tonto juego. Confío en Ryan, mas no en ti —le dijo intentando pasar de ella.—¿No me crees? —preguntó—. Puedo llevarte hasta él para que mires con tus propios ojos que no estoy mintiendo. Te estoy diciendo la verdad, Emma.—Pierdes tu tiempo, Angélica, hace mucho tiempo pensé que eras mi amiga, pensé que eras una persona sincera, confíe en ti, sin embargo, únicamente te acercaste a mí y fingiste ser quien no eras para hacerme daño —Emma la miró desafiante—. Sé muy bien quién eres, Angélica Lewis.Angélica achicó los ojos al escuchar su nombre completo de los labios de Emma.—Lo sabes —gruñó acercándose a ella. Emma se apartó para evitar su cercanía.—Lo sé todo de ti, utilizaste a Nicholas Fisher para hacerme daño, pagaste su fianza para que continuara siendo parte de tu show. Estás enferma de odio, pero te advierto que no vas a lograr ponerme en contra de Ryan, confío
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Capítulo treinta y nueve. Vete con ella
«La señora estaba embarazada»«La señora estaba embarazada de diez semanas»«Diez semanas…»Ryan sintió como si hubiese sido impactado por una locomotora. El aire de sus pulmones se escaseó al punto que sintió que estaba mareándose.«Te espero esta noche en el restaurante The Top of the Standard, siete en punto, no llegues tarde»El calor de la desesperación lo abrumó tanto que ni siquiera fue consciente del grito desgarrador que salió de su garganta. Estaba en shock y ni siquiera fue consciente del llanto que derramaba y mucho menos de cómo terminó sentado en la silla con Natasha a su lado.Ella no estaba mejor que Ryan, no obstante, para Ryan era mucho más duro todo aquello, más cruel.—¡No! ¡Noo! ¡Nooo!, ella no pudo haber perdido a nuestro bebé, ¡nooo! —gritó tomándose la cabeza entre sus manos, sollozando desgarradoramente.—Gracias por todo, doctor —dijo Michael con tono ausente.El galeno les dio sus condolencias una vez más antes de dejarlos a solas. Michael miró a Ryan y por
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