Capítulo treinta y tres. El vestido de la venganza

Emma elevó una ceja al escuchar la voz de Ryan, lo conocía bastante bien como para saber que se sentía celoso.

—Ryan, ¿qué haces aquí? —preguntó dedicándole una ligera sonrisa.

Ryan se sentó a su lado y le dio un beso en los labios. Emma no se apartó, sin embargo, tampoco le correspondió.

—Llamé a tu madre, me ha invitado a comer —dijo él sin girar su rostro para ver al hombre.

—¿Ryan Black?

La voz del tipo hizo a Ryan fijarse finalmente en el hombre.

—¿Ángel? —Ryan se sintió un completo imbécil y a este paso iba a sentirse de aquella manera durante muchos días más.

—Vaya hombre, no tienes por qué comportarte como un macho Alpha, estamos entre amigos —Ángel estiró la mano para saludar a Ryan y mientras los hombres estrecharon las manos, Emma Collins estaba dispuesta a conseguir que su marido se cabreara un poco más.

—¿Qué esperabas? —preguntó—. Tenías las manos de mi esposa entre tus manos.

—No sé lo que hayas visto hombre, yo solamente le ayudé a colocarse la pulsera que se le había
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