Emma no dejó de pensar en la posibilidad que existía de comprobar la culpabilidad de Clarise Armchair en el robo. La sensación casi la abrumó y no le permitió disfrutar de la cena de esa noche con su tío Gerald.—Estás tensa, ¿qué sucede? —preguntó Gerald aprovechando el momento. Ryan se había disculpado para ir a los servicios.—No es nada tío, estoy pensando en todo lo que dejé en Nueva York, el caso de la joyería. En fin, creo que no he sido una buena compañía hoy para ustedes —se disculpó Emma.—Deja de lado todo lo que no te hará bien, cariño, disfruta del momento y cierra tus pensamientos a todo lo que no te trae felicidad, mi cielo —le recomendó el pintor—. Cuando vuelvas a Nueva York entonces piensa en las cosas que debes resolver, pero esta noche disfruta todo lo que puedas, uno nunca sabe cuándo puede ser la última vez.Emma asintió. Su tío tenía razón, no podía permitir que las acciones de terceros le robaran la paz y mucho menos la felicidad que tenía al lado de Ryan. Una
Emma miró a Angélica antes de tomar su bolso.—No puedes engañarme, eres fácil de leer, Angélica, no voy a caer en tu tonto juego. Confío en Ryan, mas no en ti —le dijo intentando pasar de ella.—¿No me crees? —preguntó—. Puedo llevarte hasta él para que mires con tus propios ojos que no estoy mintiendo. Te estoy diciendo la verdad, Emma.—Pierdes tu tiempo, Angélica, hace mucho tiempo pensé que eras mi amiga, pensé que eras una persona sincera, confíe en ti, sin embargo, únicamente te acercaste a mí y fingiste ser quien no eras para hacerme daño —Emma la miró desafiante—. Sé muy bien quién eres, Angélica Lewis.Angélica achicó los ojos al escuchar su nombre completo de los labios de Emma.—Lo sabes —gruñó acercándose a ella. Emma se apartó para evitar su cercanía.—Lo sé todo de ti, utilizaste a Nicholas Fisher para hacerme daño, pagaste su fianza para que continuara siendo parte de tu show. Estás enferma de odio, pero te advierto que no vas a lograr ponerme en contra de Ryan, confío
«La señora estaba embarazada»«La señora estaba embarazada de diez semanas»«Diez semanas…»Ryan sintió como si hubiese sido impactado por una locomotora. El aire de sus pulmones se escaseó al punto que sintió que estaba mareándose.«Te espero esta noche en el restaurante The Top of the Standard, siete en punto, no llegues tarde»El calor de la desesperación lo abrumó tanto que ni siquiera fue consciente del grito desgarrador que salió de su garganta. Estaba en shock y ni siquiera fue consciente del llanto que derramaba y mucho menos de cómo terminó sentado en la silla con Natasha a su lado.Ella no estaba mejor que Ryan, no obstante, para Ryan era mucho más duro todo aquello, más cruel.—¡No! ¡Noo! ¡Nooo!, ella no pudo haber perdido a nuestro bebé, ¡nooo! —gritó tomándose la cabeza entre sus manos, sollozando desgarradoramente.—Gracias por todo, doctor —dijo Michael con tono ausente.El galeno les dio sus condolencias una vez más antes de dejarlos a solas. Michael miró a Ryan y por
«Vete, no quiero verte…»«Vete, no quiero verte…»«No quiero verte…»Ryan sintió que estaba siendo echado del paraíso para ser arrastrado a lo más profundo del infierno. Ni siquiera podía decir lo que sentía en ese momento.Las palabras de Emma eran dagas apuñalando su corazón, desgarrando su carne y su alma. Destrozando cada rincón de su ser.—No, no puedes pedirme que me marche, Emma, no voy a dejarte, no puedo alejarme de ti, por ¡Dios! ¡No me hagas esto! —gritó él con voz rota, no obstante, Emma ya no podía sentir pena ni dolor. Su corazón se había congelado en ese difícil momento. La pérdida de su bebé le había cambiado la vida de tal manera que nunca creyó posible.—Pero yo si voy a dejarte, Ryan, yo necesito alejarme de ti —dijo con frialdad y sin apartar la mirada del hombre a quien hasta hace unos segundos consideró el amor de su vida, el hombre que sin pensar le hizo más daño que ninguno. Con intención o sin intención, le había herido profundamente.—Te amo, Emma, te amo —di
Ryan abrió la puerta de su piso, estaba desolado, no había ningún rastro de fuerza en él, se sentía perdido. Solo y abandonado.—Te equivocaste, Ryan. Te equivocaste terriblemente —susurró dejándose caer sobre el sillón.Sus ojos derramaron gruesas lágrimas y su garganta se cerró mientras los recuerdos de sus días felices atravesaban su memoria.Emma caminando por la sala, Emma cocinando, Emma sonriéndole desde el otro lado de la mesa mientras trabajaban en sus proyectos. Emma caminando casi desnuda, seduciéndolo, embrujándolo.El alarido desgarrador que salió de su garganta fue brutal y habría sido conmovedor si alguien lo hubiese escuchado, pero estaba solo. Tan malditamente solo…Y la sensación de soledad no fue mejorando con el paso de las horas y los días, ese sentimiento de pérdida estaba atormentándolo día y noche, y moría al pensar que en breve el olor de Emma se perdiera, que su esencia desapareciera y él no tuviese nada a que aferrarse. Sin Emma todo lo que quería era morir.
Emma sintió un escalofrío correr por su cuerpo al escuchar su nombre en los labios de Ryan. Su primer pensamiento fue: ¿Cómo había regresado? ¿Alguien le había dicho que ella estaba en el departamento? ¿Quién sería capaz de traicionarla?, pensó. Su madre era la única que sabía que vendría por sus cosas, no obstante, sabía que ella no sería capaz de hacerle una cosa como esta.—Emma…Ryan no podía creer que ella estuviera en casa, ella había venido. Sus ojos se deslizaron para ver la maleta que estaba sobre la cama.—Solamente vine por mis cosas —dijo ella como si pudiera adivinar sus pensamientos.Ryan miró una vez más la maleta antes de mirarla a los ojos.Emma contuvo la respiración al ver el rostro de Ryan, sus ojos estaban vacíos, sus ojeras estaban muy marcadas, pequeñas bolsas negras se formaban alrededor de sus ojos. En definitiva, no era ni la sombra del hombre que ella había amado.—No te vayas —le pidió él cerrando la puerta detrás de su espalda y pasando el seguro.—¿Qué-qu
Emma ni siquiera había pensado una sola vez en la mujer, de hecho, había creído que todo fue un invento de su parte para atraer a Ryan a su lado. Y que él había acudido a la llamada porque seguía enamorado de Clarise. ¿Se había equivocado?Emma se puso de pie, mientras caminaba al área de información, varios pensamientos acudieron a su cabeza. ¿Cómo sabía Angélica del accidente de Clarise? ¿Cómo sabía Angélica exactamente dónde encontrarla ese día? Esas y otras preguntas más fueron atormentándola. Debía admitir que había subestimado a Angélica aquella noche. Quizá si hubiese pensado las cosas con cabeza fría…—¿Puedo ayudarle en algo, señorita? —preguntó la enfermera distrayendo a la joven de sus tormentosos pensamientos.—Quisiera saber de Clarise Armchair, soy una amiga —mintió.—¿De verdad? —la mujer parecía aliviada—. Ninguna persona ha preguntado por ella desde el día que salió de la sala de operaciones, el contacto que ella tenía en caso de emergencia se marchó luego de llenar t
Ryan abrió y cerró los ojos, él no podía creer lo que estaba viendo en ese momento. Llevó sus manos al rostro y se limpió los ojos, pero la escena continuaba frente a él.Era Emma. Emma y su bebé, un hermoso bebé de cabellos rubios y ojos verdes, tan parecido a la joven.Ryan sintió que su corazón iba a explotar ante la felicidad que le embargaba, caminó dos pasos hacia Emma y su bebé, sin embargo, ella se alejó tres.—Emma —llamó, pero ella no respondió, ni siquiera la miró. Era como si ella no lo escuchara.Ryan caminó otros dos pasos más y se detuvo al escuchar el llanto del bebé. Emma lo acunó con amor entre sus brazos y lo alimentó para calmarlo. Ryan miró la escena una vez más sin atreverse a avanzar un solo paso más.—Emma —llamó de nuevo.—Vamos, bebé. Tenemos que marcharnos —la voz de Emma le dolió tan profundo que no pudo evitar correr tras ella.—Emma, no te vayas, ¡Emma! ¡Emma, por favor, espera! —gritó y por más que corrió no fue capaz de alcanzarla.Ryan abrió los ojos d