—¡Qué buenas horas de llegar, Lorena! —Se levantó del asiento sin dejar de observar a su amiga y a la mujer que la acompañaba. «Debe estar de broma, ¿quién es esa?». La sola visión de la mujer la dejó en shock. Era como ver su pasado, el que tanto quería ocultar, contonearse en su cara y reírse de ella. —Hola, Aledis; disculpa que llegue tan tarde, me surgió un contratiempo —la estridente voz de Lorena la hizo elevar la comisura del labio superior con un gesto de coraje. —Ya me imagino, una noche sin dormir abriéndote de piernas para el primero que encontraste. —Movió la mano intentando quitar importancia a su malintencionado comentario. Así es como se sentía segura. Siendo una perra, no permitiría a nadie más entrar a su corazón y menos permitiría que la dañaran. —¡No seas tan burra!, no fue el primero que encontré. Charlé con él durante una hora en un pub. —Lorena señaló a la chica a su lado—. Ella es Remedios, mi vecina y tu nueva trabajado
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