Al estar abrazadas de esa forma Alana podía sentir el temblor en el cuerpo de esa chica. La pobre,que probablemente tuviera menos de veinte años, estaba muerta de miedo y, en el fondo de su corazón, que había resultado más ruin y egoísta de lo que había creído, se alegraba de que fuera así y de que estuvieran juntas, por que el instinto de mantener la calma para poder ofrecer algún consuelo a alguien que parecía más vulnerable que ella le había obligado a encontrar, o aparentar al menos, una entereza que en realidad no creía tener.Acarició el cabello largo y lacio de la chiquilla en un intento de calmarla, hasta que volvió a sonar el timbre de escuela.La vez pasada lo habían usado para indicar el termino del plazo que les habían dado para decidir si morían o se convertían en asesinos, por lo que cabía suponer q
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