Sonó como si alguien entrara al cuarto dando tropezones mientras gimoteaba.
Se sintió confundida por un segundo y su mente empujó el terror a un rincón para poder concentrarse y tratar de entender lo que estaba pasando.
Los sollozos claramente eran femeninos ¿Se trataba de la chica que estaba buscando? ¿Por qué estaría llorando? Bueno, seguramente ella no estaría muy feliz si le pusieran un arma en las manos y la mandaran a cazar personas.
Arrastraron algo pesado por el suelo de madera a medio pudrir, se dejaron de escuchar los pasos y el llanto sonaba amortiguado, como si se hubieran tapado la boca para acallarlo.
Tras unos segundos de silencio comprendió que no la estaban buscando por el momento, tal vez otra de las jugadoras no había podido esconderse todavía cuando empezaron los disparos y entró en pánico, por eso estaba llorando.
Por desgrac
La más agraciada entre todas las jugadoras no podía creer que realmente le hubieran dado armas a tres personas para que buscaran a sus compañeros para matarlos.Les habían dicho que el principal objetivo del torneo era entretener a los vampiros de la elite, en particular a los más longevos, pues al parecer incluso el lujo y los placeres pueden cansarte cuando tienes una cantidad virtualmente infinita de tiempo libre en tus manos, pero ella podría apostar a que había algo mucho más profundo de fondo.Los juegos no eran elegidos al azar, estaba segura de eso. La primer ronda parecía querer enseñarles que la clave para llegar a la final era lanzar el primer golpe, matar sin dudar a tu oponente antes de ser tu quién acabara en la guillotina. No era difícil suponer que esa era también la razón por la que los obligaban a presenciar las ejecuciones y que justo despu&e
Al estar abrazadas de esa forma Alana podía sentir el temblor en el cuerpo de esa chica. La pobre,que probablemente tuviera menos de veinte años, estaba muerta de miedo y, en el fondo de su corazón, que había resultado más ruin y egoísta de lo que había creído, se alegraba de que fuera así y de que estuvieran juntas, por que el instinto de mantener la calma para poder ofrecer algún consuelo a alguien que parecía más vulnerable que ella le había obligado a encontrar, o aparentar al menos, una entereza que en realidad no creía tener.Acarició el cabello largo y lacio de la chiquilla en un intento de calmarla, hasta que volvió a sonar el timbre de escuela.La vez pasada lo habían usado para indicar el termino del plazo que les habían dado para decidir si morían o se convertían en asesinos, por lo que cabía suponer q
Trató lo mejor posible de controlar las arcadas para que no la odiaran por arruinarle la cena a todos, pero todavía estaba casi tan pálida como sus propios anfitriones.Se sintió un poco mejor tan pronto como llegaron al comedor y tanto la sangre como quienes la derramaron quedaron fuera de su vista, aunque el aroma a comida no ayuda mucho cuando tienes nauseas y la apariencia del comedor le resultaba inquietante.Podía describirlo con una sola frase: Era una cafetería de escuela común y corriente. Tenía las mesas largas que en ocasiones más de un grupo de estudiantes se veían obligados a compartir, la barra en la que tenías que formarte, charola en mano, para recoger tu comida, incluso la pizarra en la que se colgaban carteles y anuncios.La única diferencia era probablemente el menú, mucho más amplio y atractivo del que ofrecían cuando ella iba a la escuela
Cuando escuchó el aviso de que tenía diez minutos para salir de la cama y alistarse fue inevitable recordar todas las mañanas en la que tuvo que recurrir a una fuerza de voluntad sobrehumana para no ignorar la alarma de su celular y seguir durmiendo en vez de abandonar la bendita calidez de su cama para dirigirse a un trabajo que la hacía miserable.Claro que no tenía la opción de “posponer” en esta ocasión y lo que estaba en juego era mucho más importante que el salario del día, así que, aunque no podría decir que salir a tomar parte en un juego perverso de matar o morir le agradara más que ir a trabajar, suspiró con fuerza y se levantó de un salto, tirando las sabanas al piso.Sabía por lo años de experiencia que si no salía de la cama de una sola vez, simplemente no lo haría, pero ese movimiento brusco no fue una buena idea.
De modo que el misterioso mecanismo de la plataforma consistía en dos taladros, cada uno apuntando a uno de los campeones, directamente a sus ojos, y se acercaban a ellos deslizándose por un riel.El ruido, parecido al de la fresa de los dentistas, le hacía rechinar los dientes y además no le era grato teniendo en cuenta que todavía tenía dolor de cabeza.La punta metálica del taladro cada vez más cerca de dejarla parcialmente ciega era una autentica imagen de pesadilla, aunque por suerte no era peor de lo que había imaginado, al menos no era una prueba para ver quién soportaba más dolor físico, todavía.Aún así, ¿Estaría dispuesta a sacrificar uno de sus ojos para salvar la vida de tres desconocidos?No, esa no era una pregunta que debería hacerse en ese momento. Tenía que tratar de pensar en otra cosa y c
Despertó a mitad del día a causa de una pesadilla. El día anterior, gracias al alcohol y el cansancio, se había quedado profundamente dormida y ni siquiera recordaba si había soñado algo, pero esa mañana le había costado mucho conciliar el sueño y cuando finalmente lo logró su mente decidió reproducir las terribles imágenes de las ultimas noches y el ruido del taladro que bien pudo haberla dejado tuerta. Cuando abrió los ojos se encontró en una habitación muy distinta a la que había ocupado toda su vida en casa de sus padres y las camas vacías hacían tanto escandalo al gritarle que estaba completamente sola a mitad de la nada que no fue capaz de volver a quedarse dormida. Tenía los ojos bien abiertos cuando les dieron el anuncio de los diez minutos, así que sólo suspiró resignada y se arrastró a lavarse la cara y ordenar su cabello. Salió en el tiempo estipulado. Le sorprendió que Darío la saludara con un gesto cuando se encontraron el pasillo
No bien estuvieron las dos formadas, Jackeline corrió a sus brazos con los ojos llenos de lágrimas. Alana le correspondió estrechándola con fuerza y, cómo no, empezó a llorar de nuevo, aunque está vez era más bien de alegría. Sí, a pesar del precio que había pagado le alegraba que su amiga estuviera a salvo, al menos una noche más. — ¡Te tardaste mucho en apretar el botón, m*****a! Estuve a nada de hacerme en los pantalones cuando quedaban dos segundos y no lo habías presionado todavía. Le reprochó medio en broma mientras la tomaba del brazo para caminar juntas al comedor. — Lo siento ¿Vale? Estuve en shock por unos segundos, no me esperaba que fueran a sacarse algo así de la manga, pero lo importante es que pulsé el maldito botón a tiempo y vamos poder a cenar juntas una noche más. — Hablando de, mueve tus piernitas que estoy famélica ¡Los desgraciados no nos dieron nada de comer anoche! Una sonrisa casi impercepti
Al final el trago que le había prometido a Jackie no se convirtió en una fiesta de toda la noche, pero si en un un par más de los que tenía contemplados, por lo que concluyó que lo mejor para asegurarse de no terminar maldiciendo su suerte al despertar otra vez con resaca era retirarse de una vez. No tenía ganas de quedarse sola en el dormitorio desde tan temprano, así que se le ocurrió vagar por los edificios a los que tenían libre acceso para matar el tiempo y con suerte caminar un rato le ayudaría a conciliar el sueño antes. Tenían permitido vagar por todo el campus, a excepción de los pisos superiores en el edificio que antes había alojado a los profesores del internado y, aunque sentía cierta curiosidad, la verdad era que esos pisos estaban reservados a los vampiros y prefería atenerse a las reglas para evitar un encuentro con esas criaturas, que por alguna razón le producían un rechazo casi a nivel fisiologico. En el segundo piso del edificio dónde esta