El silencio se estaba volviendo incómodo, así como las miradas nada disimuladas que iban de Elaide a Ezio. Si ella no habría estado en medio de todo el espectáculo, seguro habría hecho alguna broma de las suyas para aliviar las cosas, pero no podía recordar cómo articular una palabra y mucho menos encontrar su sentido de humor.Más de una vez se había repetido que no tardarían en encontrarse y se dijo que estaría preparada cuando eso sucediera. Sin embargo, el día anterior, cuando su hermana le contó de los planes de su extendida familia, y que Ezio había confirmado su asistencia, había estado dividida entre la ansiedad y la cobardía. Esa mañana casi había fingido estar enferma para no asistir a la fiesta de bienvenida, pero al final había podido más las ganas de volver a verlo.Ahora que tenía a Ezio tan cerca, sabía
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