Las cosas se habían puesto demasiado tensas desde que Ezio y Elaide se habían enfrentado un poco más de una semana atrás. Él no había llegado a dormir al departamento esa noche y, a diferencia de lo que le había dicho, lo había esperado despierta hasta pasada la media noche. Todavía se seguía preguntando donde había estado. El monstro de los celos había mencionado el nombre de Aitana más veces de las que le gustaba, pero había hecho todo por ignorarlo. Él no lo habría hecho el mismo día que habían discutido por causa de ella… ¿o sí? Después de todo para él era una amiga y no sabía lo que había hecho. Además, si quería causarle daño, era precisamente lo que haría. Miró a Ezio, él tenía la atención en unos documentos mientras tomaba su taza de café. Abrió la boca para hacerle la pregunta que pondría fin a sus divagaciones, pero, como en anteriores ocasiones, se arrepintió de último momento. —Por la tarde iré a ver a mi hermana —avisó en su lugar. No ten
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