—Hay alguien aquí que quiere verte —anunció Elena entrando a la sala.
Elaide miró en su dirección y su sonrisa murió al instante. Sintió como si su corazón hubiera dejado de latir y olvidó que debía respirar.
Detrás de su amiga estaba Ezio y la observaba con una sonrisa que le dejó una sensación de desconfianza.
¿Qué hacia allí? ¿Qué estaba tramando? Esa y muchas más preguntas se agolparon en su cabeza.
Jamás habría esperado verlo en su departamento y mucho menos un día después de su reencuentro.
—Buenos días —saludó él.
Jayden carraspeó para llamar su atención cuando no respondió. Su amigo había llegado esa misma mañana y hasta antes de que Ezio apareciera, habían estado haciendo planes. Se giró h
Ezio despertó con la luz del sol entrando a raudales por las ventanas. No le tomó mucho tiempo recordar lo sucedido. Elaide se había ido y lo había dejado atrás como si todo lo que hubieran vivido no hubiera significado nada. La noche anterior, después de conducir durante horas, había regresado a su departamento y había saqueado su bar. Se levantó apoyándose en su cama, había pasado la noche en el suelo. Al menos había llegado hasta su habitación. El cuerpo le dolía con intensidad y su cabeza no estaba mucho mejor. Aunque ni siquiera eso era capaz de acallar sus pensamientos y hacerle olvidar el dolor en su pecho. Caminó, tambaleándose, hasta el baño e hizo sus necesidades. Luego se acercó al lavabo, encendió el grifo y apoyó las manos en el borde del lavabo mientras el agua
—¿Qué demonios sucedió? —preguntó Elena una vez que se quedaron a solas.Lo mismo quería saber ella, todavía estaba tratando de asimilar de que estaba en el departamento de Ezio. Él la había dejado para que se acomode en la que de ahora en adelante sería su nueva habitación.—Me pidió una oportunidad y se la di. —Cuanto más corta mantuviera la mentira, sería más fácil de sostenerla.Elena no conocía los motivos que la habían llevado a terminar con Ezio en el pasado; de haberlo hecho, en ese momento no creería en ella. Aunque, de todas formas, ella no parecía hacerlo.—¿Pero tenías que mudarte con él?—Supongo que no, pero Ezio creyó que era mejor así.—No entiendo, pensé que ya no querías estar con él.&mdas
Elaide despertó cuando el sol apenas comenzaba a iluminar el día. Abrió los ojos lentamente para encontrarse con su nueva habitación y los sucesos del día anterior día anterior llegaron a su mente de inmediato.Estiró la mano para buscar su celular. Cuando lo encontró encendió la pantalla y vio que era que apenas eran las cinco y media de la mañana. Sabía que no iba a poder volver a dormir, pero tampoco se sentía preparada para levantarse y enfrentarse a la realidad. Solo quería un poco más de tiempo a solas.La noche anterior poco después de la llamada de su hermano, Elena había aparecido en su habitación para ofrecerle ayuda en caso lo necesitara. Pese a lo que le había dicho a Ezio, todavía necesitaba ayuda para algunas cosas.Con el tiempo había aprendido a adaptarse a las limitaciones de su incapacidad para mover las pi
La risa despreocupada de Elaide tomó a Ezio por sorpresa. No recordaba cuando había sido la última vez que había escuchado ese sonido, quizás algunos días antes de que se separara. Toda una eternidad.Siempre había pensado que Elaide tenía una risa hermosa. Era algo estridente, pero era honesta como ella misma.No pudo evitar mirarla embobado. Era la primera vez que parecía relajada en su presencia, aunque no era el quien había causado esa reacción.Miró a Jayden. Habría encontrado la manera de deshacerse de él hace un buen tiempo, de no ser porque era obvio que estaba interesado en Elena y no hacía ningún esfuerzo por disimularlo. Le recordaba mucho a él. Un vistazo a Elaide y su raciocinio había desaparecido. Lo único en lo que había estado interesado era que ella mirara en su dirección y ser su todo. Y por mucho ti
Elaide sabía que no estaba sola cuando se despertó en la mañana. Podía sentir una mano sobre su vientre y el calor de una persona a su costado.Giró la cabeza y vio a Ezio. Él estaba recostado de costado, aún dormido, y lucía tan pacífico. Hermoso.Se sentía como atrapada en un sueño, en uno de esos de los que no quería despertar. Sin detenerse a pensarlo levantó una mano, la llevó hasta su rostro y lo acarició con delicadeza.La tarde anterior se había sentido como si hubieran entrado en una burbuja que los aislaba de la realidad. Después de que él la había llevado a la cama, se habían pasado lo que restaba del día besándose y bromeando. Sin embargo, sabía que los problemas entre ellos no habían dejado de existir.Ezio no había pasado de besos, pero, de haberlo hecho, estaba segura
El fin de semana había terminado más rápido de lo que a Elaide le habría gustado. Si habría tenido la opción de elegir, habría optado por quedarse en la cabaña con Ezio. El lugar donde la realidad no podía tocarlos. El lugar en el que los dos últimos años parecían no haber transcurrido.El bosque se fue quedando atrás y con él, la magia que los había envuelto mientras estuvieron allí. Se las arregló para no mostrarse decepcionada.—Podemos volver el siguiente fin de semana —dijo Ezio como si pudiera leer sus pensamientos.Era desconcertante como, pese a todo el tiempo que habían pasado distanciados, él todavía la conocía bastante bien. No supo que responder, así que optó por no decir nada.Antes de que el ambiente se volviera incómodo, se inclinó hacia la ra
—¿Qué te molesta? —preguntó Ezio.—¿Por qué crees que algo me molesta?—Llevas mirando tu comida por casi cinco minutos como si tuviera la respuesta de la creación del universo.—Quizás sí la tiene.Soltó una carcajada.Estaba seguro que podía contar con los dedos la cantidad de veces que había reído durante los últimos dos años. Desde que Elaide se había ido apenas había encontrado diversión en las cosas, en especial durante los primeros meses.Una mujer no debería tener tal poder sobre él, ya había comprobado el daño que podía causar y aun así le importaba muy poco.—¿Entonces? —insistió.—Aitana vino a verme hoy —dijo Elaide justo antes de llevarse un bocado de comida a la boca.
Las cosas se habían puesto demasiado tensas desde que Ezio y Elaide se habían enfrentado un poco más de una semana atrás. Él no había llegado a dormir al departamento esa noche y, a diferencia de lo que le había dicho, lo había esperado despierta hasta pasada la media noche. Todavía se seguía preguntando donde había estado. El monstro de los celos había mencionado el nombre de Aitana más veces de las que le gustaba, pero había hecho todo por ignorarlo. Él no lo habría hecho el mismo día que habían discutido por causa de ella… ¿o sí? Después de todo para él era una amiga y no sabía lo que había hecho. Además, si quería causarle daño, era precisamente lo que haría. Miró a Ezio, él tenía la atención en unos documentos mientras tomaba su taza de café. Abrió la boca para hacerle la pregunta que pondría fin a sus divagaciones, pero, como en anteriores ocasiones, se arrepintió de último momento. —Por la tarde iré a ver a mi hermana —avisó en su lugar. No ten