—Olivia Palmieri. Elaide sonrió divertida al escuchar la voz severa de Ezio, en especial porque sabía que su enojo no le duraría demasiado. Siempre era así cuando se trataba de su hija mayor. La dulce y traviesa Olivia. Llamada así en honor a su madre, que a su manera la había querido y tratado de proteger mientras vivía. —¿Qué hizo esta vez? —preguntó deteniéndose en la puerta de la oficina de su esposo. —Usó unos documentos como hojas de dibujos. —¿La dejaste entrar? —preguntó mientras recorría con la mirada el lugar. Divisó unos zapatitos rosados por un costado del sillón ubicado en un costado del despacho. No era la primera vez que su esposo llevaba a Olivia a su oficina y cada vez ella encontraba la manera de hacer una de las suyas. Le había sugerido a Ezio que no la dejara entrar más, pero él parecía olvidarse de la capacidad de su hija para armar desastres tan pronto ella le sonreía. —Solo fue unos segundos —se excusó él. La pequeña Olivia salió de su escondite detrás
Afuera el día era brillante y caluroso, todo lo contrario de cómo se sentía el ambiente dentro del departamento. Una palabra bastaba para describirlo: sombrío. Era como si una tormenta se estuviera desarrollándose, una que dejaría desastres irreparables.La vida puede cambiar en cuestión de segundos y Ezio estaba a punto de descubrirlo.—¿Qué tratas de decirme? —preguntó, aun cuando había entendido perfectamente lo que Elaide había querido decirle con su discurso largo y elaborado. Sin embargo, quería creer que se trataba de alguna broma retorcida, quizás eso sería mejor que la realidad.—No tiene caso seguir juntos. —Allí estaban esas palabras de nuevo, confirmándole que no se trataba de un error.Se preguntó si era algo que ella había pensado por mucho tiempo, porque era así como le parec&iac
2 años después—No puedo creer que el tiempo haya pasado rápido —dijo Jayden, el mejor amigo de Elaide.Era raro ver a su amigo fuera de su habitación sin que ella hubiera tenido que ir a obligarlo a salir. Jayden era el típico friki que con frecuencia se la pasaba trabajando en algo. Ella también lo era, pero al menos no se olvidaba que había un mundo allá afuera… Al menos no con tanta frecuencia como él.Si Jayden estaba fuera, usando un esmoquin que no lo hacía lucir tan mal, pero que él parecía detestar, por la manera en la que tiraba del cuello constantemente, era porque ese era el día de su graduación.Había conocido a Jayden en su primer día de clases, ambos habían estudiado diseño de videojuegos. Aunque Elaide ya llevaba tres años de estudios por ese entonces, había pe
—¿Qué pasa cariño? —preguntó su hermana entrando a su habitación y sentándose a un lado de la cama. Elaide recordaba vagamente que Elena la había llevado hasta allí y luego la había ayudado a recostarse. Debía de haber llamado a Vanessa después de dejarla. Intentó formular una respuesta, pero no encontró las fuerzas. Las lágrimas habían cesado hace un tiempo, pero ahora estaba en un estado de pasividad y mudez. Se sentía destrozada y no estaba segura si algo podría ayudarla a sentirse mejor. —Por favor, necesito que me digas que sucede. —Su voz estaba cargada de preocupación.Se sintió peor. Lo menos que quería era preocuparla, hubiera preferido que no la viera así. Por años se había asegurado que ella pensara que po
—¿Dónde está ella? —preguntó Ezio sin molestarse en saludar a nadie. Vanessa y Adriano levantaron la mirada, ambos estaban jugando en la alfombra con su hija menor. Era la típica escena familiar de portada y por primera vez sintió una envidia corrosiva por su felicidad. Había estado tratando de comunicarse con Elaide desde el día siguiente que había salido de su departamento. Ella no había contestado sus llamadas o mensajes ni una sola vez. Ese día por fin había terminado con lo de darle espacio y había ido a buscarla. El guardia que estaba de turno en el edificio en el que ella vivía le había dicho que ella se había marchado, pero no le dio ninguna información más. Ezio había regresado a su auto y había conducido hasta la casa de Adriano. Ese era el &uacut
El silencio se estaba volviendo incómodo, así como las miradas nada disimuladas que iban de Elaide a Ezio. Si ella no habría estado en medio de todo el espectáculo, seguro habría hecho alguna broma de las suyas para aliviar las cosas, pero no podía recordar cómo articular una palabra y mucho menos encontrar su sentido de humor.Más de una vez se había repetido que no tardarían en encontrarse y se dijo que estaría preparada cuando eso sucediera. Sin embargo, el día anterior, cuando su hermana le contó de los planes de su extendida familia, y que Ezio había confirmado su asistencia, había estado dividida entre la ansiedad y la cobardía. Esa mañana casi había fingido estar enferma para no asistir a la fiesta de bienvenida, pero al final había podido más las ganas de volver a verlo.Ahora que tenía a Ezio tan cerca, sabía
Algunas cosas podían ser peligrosas y era muy probable que el plan que Ezio había puesto en marcha también lo fuera. Era el todo por el todo, pero al final del camino obtendría precisamente lo que quería.Ver a Elaide después de un tiempo, no tanto como el resto suponía, había sido por mucho… interesante. Esas ganas de envolver su frágil cuello con las manos, había sido más intensa que nunca, obviamente era solo un producto de su ira contenida. Esa mujer podía hacerlo sentirse como un ser irracional.Sin embargo, sabía que había menos agresivas, pero no menos aleccionadoras, de demostrar su punto.—¿Sabías que ella había regresado? —preguntó Aitana.Ezio salió de su ensimismamiento, se giró a mirarla y le tomó unos segundos saber de qué estaban hablando.Regresó su vista
—Hay alguien aquí que quiere verte —anunció Elena entrando a la sala.Elaide miró en su dirección y su sonrisa murió al instante. Sintió como si su corazón hubiera dejado de latir y olvidó que debía respirar.Detrás de su amiga estaba Ezio y la observaba con una sonrisa que le dejó una sensación de desconfianza.¿Qué hacia allí? ¿Qué estaba tramando? Esa y muchas más preguntas se agolparon en su cabeza.Jamás habría esperado verlo en su departamento y mucho menos un día después de su reencuentro.—Buenos días —saludó él.Jayden carraspeó para llamar su atención cuando no respondió. Su amigo había llegado esa misma mañana y hasta antes de que Ezio apareciera, habían estado haciendo planes. Se giró h