Más que venganza
Más que venganza
Por: Joana Guzman
Prólogo

Afuera el día era brillante y caluroso, todo lo contrario de cómo se sentía el ambiente dentro del departamento. Una palabra bastaba para describirlo: sombrío. Era como si una tormenta se estuviera desarrollándose, una que dejaría desastres irreparables.

La vida puede cambiar en cuestión de segundos y Ezio estaba a punto de descubrirlo.

—¿Qué tratas de decirme? —preguntó, aun cuando había entendido perfectamente lo que Elaide había querido decirle con su discurso largo y elaborado. Sin embargo, quería creer que se trataba de alguna broma retorcida, quizás eso sería mejor que la realidad.

—No tiene caso seguir juntos. —Allí estaban esas palabras de nuevo, confirmándole que no se trataba de un error.

Se preguntó si era algo que ella había pensado por mucho tiempo, porque era así como le parecía, aunque él no había notado nada extraño durante los últimos días. La conocía y debía de haber visto algo.

Los dos habían estado en una relación por un poco más de un año y durante ese tiempo todo había marchado más que bien entre ellos.

¿Qué había pasado para que, de pronto, las cosas se tornaran tan oscuras?

Seguía sin poder creer que ella le estuviera sugiriendo que terminaran. No tenía sentido. La amaba, lo había hecho desde que la conoció. Una mirada había sido suficiente para que ella se apoderara de su corazón. Pero, ¿por qué eso ya no parecía ser relevante?

No tenía idea de que estaba sucediendo, pero iba averiguarlo.

—Hasta hace poco estábamos bien. ¿Qué cambió?

—Ezio, por favor, no hagas esto más difícil. —Su voz denotaba cansancio.

No podía recordar una ocasión en la que ella le hubiera hablado en esa forma. Como si solo quisiera deshacerse de él.  

—Acabas de romper conmigo, tenemos que hablar de ello.

—No hay nada de qué hablar —dijo Elaide—. Es simple. No te amo, nunca lo hice. Creí que con el tiempo aprendería a hacerlo, pero eso no sucedió.

Esa tenía que ser la más grande mentira. No había manera de que se hubiera imaginado el amor con el que ella lo había mirado hasta apenas unos días atrás.

Intentó encontrar un atisbo de mentira en sus gestos o en su postura, algo a lo que aferrarse. Pero era como estar frente a una desconocida. Alguien que había tomado el lugar de su sarcástica, pero dulce Elaide.

—No te creo —dijo con dureza, no la iba a dejar deshacerse de él con tanta facilidad.

—No me importa. —La frialdad en su voz se sintió como si le hubiera clavado un puñal en el pecho. Sus ojos negros enmascaraban cualquier emoción.

«O quizás en realidad no siente nada —susurró su inconsciente».

Alejó esos pensamientos tan pronto aparecieron.

—Elaide, por favor —no le importaba suplicar de ser necesario. Dio un paso hacia ella, pero ella llevó su silla de ruedas hacia atrás.

El cuchillo que sentía en su pecho se retorció aún más profundo. Elaide nunca había puesto distancia entre ellos, incluso cuando habían tenido desacuerdos.

—Vete —ordenó ella, pero la ignoró.

No estaba dispuesto a rendirse.

Se acercó nuevamente. Esta vez le fue difícil huir porque el sillón detrás de ella la detuvo.

Se inclinó y, sujetándola del rostro, la besó. Era un intento desesperado para demostrarle que lo que tenían estaba más vivo que nunca, pero Elaide no le correspondió. Era como besar a una muñeca de porcelana, fría e inmóvil.

Molesto, se alejó de ella y pasó una de sus manos por su cabello. No sabía que más hacer y sabía que dentro de poco no podría resistir más su rechazo y diría algo de lo que terminaría arrepintiéndose.

Aún después de su rechazo. No quería lastimarla, no podía hacerlo. Tal vez lo mejor era buscarla después.

—Esto no ha terminado —declaró antes de darse la vuelta y caminar hacia la puerta.

Ilusamente, esperó que ella lo llamará, pero eso no sucedió.

Elaide se quedó con la mirada clavada en la puerta como si esperara… ¿Qué? ¿Qué él volviera?

No. Era mejor que él no lo hiciera.

Una lágrima resbaló por su mejilla y a esa le siguieron un montón más. Una tras otra cayeron a su regazo. Tal vez algo del dolor que sentía se irían con ellas, pero no creía que eso fuera a suceder pronto.

Después de todo lo que había dicho, estaba segura de que lo había perdido, pero, si no lo había hecho todavía, lo haría dentro de poco.

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