Dos horas después, y luego de haber disfrutado de un almuerzo ameno, los tres subieron por el elevador hacia el apartamento de Samantha, cuando las puertas se abrieron, la azulada mirada de un hombre de imponente altura, y cabello rubio se posó en ellos. — ¡Alex! —gritó Norita y se soltó de la mano de su papá para correr a abrazar por las piernas al caballero, quién al verla esbozó una amplia sonrisa, se inclinó alzando a la pequeña en sus brazos y abrazarla. Óscar miró atento como es que, con mucha efusividad, su hija corrió hacia el amigo de Sam, entonces lo reconoció, era el hombre con quien el investigador había vinculado a Sam, prefirió no decir nada, después de todo lo que Samantha le dijo en el hospital. Los labios de Sam perfilaron una amplia sonrisa, de inmediato se acercó a él. — ¿Por qué no nos avisaste? —indagó. Alex dejó a
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