Bianca. El tío de Giovanni no me caía bien, bueno, no es que lo odiara, pero no me daba buenas vibras. Desde ayer por la noche llevaba espiándome y él muy hijo de puta ni siquiera lo disimulaba. Allí estaba de nuevo, detrás de la columna de mármol mirándome con lascivia en sus ojos. Me daba asco. El jardín de atrás era más espacioso, la Hacienda de los Lobos era tan inmensa que podría perderme si caminaba sola. Permanecí en la tumbona peinando a la pequeña Stella, le estaba haciendo trenzas a cada costado de la cabeza. La niña era muy cariñosa y rápidamente agarró confianza conmigo. Mientras tanto, Alessia, la madre de la niña y prima de el Don, se daba un baño refrescante en la piscina que solo quedaba a unos metros de mí. Esa mañana hacía mucho calor. Italia te
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