Al despertar volvía a ser tarde, mi primera clase ya estaba pasando y yo seguía en la cama de Enzo. Era de lo más cómoda y al abrir los ojos y con la luz ligera que se colaba por las ventanas, vi mejor su habitación. Las dos puertas en la pared, las decoraciones tan oscuras y lo amplia que era. Era casi como el apartamento entero. Empujé la sábana y bajé los pies al suelo, toqué la tarima con la punta de mis dedos y me quité el pelo de la cara. Paseé un poco por su habitación, él no estaba y caminé hasta una de las puertas esperando que fuera el baño. No lo era. Era un armario enorme, una habitacón entera con estanterías y guardaropa lleno de prendas y zapatillas. Le sobraba mucho espacio, demasiado, aquello era grande como una habitación aparte y su ropa apenas ocupaba un tercio de todo el espacio que quedaba libre. Encontré el baño en la otra puerta, era mucho más grande de lo que espraba aunque no sé ni porqué. Todo tenía un color blanco grisaceo bastante acogedor, lo primero que se
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