Dolores de cabeza

El domingo me desperté en la cama y me desperté bastante tarde. La mansión entera estaba en silencio cuando bajé a la cocina y uno de los cafés fríos estaba para mi en una de las baldas más bajas de la nevera. 

Me mordí el labio recordando la madrugada de esa noche. Mi secreto en ese momento era que empezaba a sentir demasiado por mi jefe. 

Con el café frío en la mano subí al cuarto y me senté en el escritorio. Encendí mi ordenador para empezar a buscar. En menos de dos meses finalizaría el curso y tenía que darme prisa en empezar mi trabajo final. Cómo era obvio y el primer trabajo serio que escribía, lo hice sobre Rusia porque me moría de ganas de quejarme. Todas mis cosas estaban en ruso, era mucho más fácil entenderlo para mí, pero me esforzaba en buscar cosas en inglés y más de una vez tuve que usar el traductor o el diccionario de sinónimos. Durante mis horas de estudio, me puse los cascos, me gustaba el ruido o tal vez era porque esa era mi forma de

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