Después de un tenso silencio, y que ninguno se atrevió a emitir palabra por diferentes razones, Lucas carraspeó llamando nuestra atención.—Jonás, déjanos a solas, por favor —exigió y a duras penas el susodicho accedió, dejándonos solos—. Ana, no tienes que hacerlo...—Quiero hacerlo, Lucas. Es verdad lo que dijo el médico; de todas maneras, si decidiste casarte conmigo, supongo que habías pensado en la posibilidad de ser padre. —Tuve que recurrir a ese recurso para que pensara que no era ningún sacrificio para mí.—Ana... hasta hace unos momentos estaba seguro que me dirías que lo nuestro no tenía futuro, porque volverías con Sullivan... —Sus palabras me tomaron por sorpresa y, sobre todo, el tono conciliador que utilizaba.No sonaba a reproche, pero sí me asombré por lo asertivo de sus de
Leer más