CAPITULO 66

Llegamos al hospital y rápidamente localicé la fornida silueta de Jonás.

—¡Jonás, por Dios! ¿Qué sucedió? —El pálpito en mi pecho me decía que no era nada bueno—. ¿Qué pasó con Lucas? —Jonás se quedó en silencio, esquivaba mis ojos—. ¡Maldita sea, Jonás! Responde, ¿qué pasa con Lucas? Y quiero la verdad. —Para entonces, estaba segura que sucedía algo malo y mis orbes brillaron por la angustia.

—Ana, no me corresponde a mí decírtelo...

—Ah, ¿no? ¡¿Y entonces a quién?! —Me llevé los dedos al puente de la nariz ya exasperada por el mutismo de ese hombre—. Mira, Jonás, lo mejor es que seas sincero y me digas de una vez qué pasa con Lucas, qué tiene... de eso dependen muchas cosas. —Frunció e

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