Invadió mi boca con ímpetu, sin darme oportunidad a emitir protesta alguna. El sabor de sus besos era una mezcla agridulce que revelaban que bebí de más. Y, al parecer, el alcohol era dueño de sus impulsos. De todas maneras, el placer y sentimientos encontrados me asediaron, por lo que luego de resistirme en contra de mi propia voluntad, me dejé llevar por el deseo intenso que despertaba en mí cuerpo.Cuando me hubo faltado la respiración, mis manos que estaban envueltas en su cuello, bajaron hasta su pecho y, con dificultad, empujé de manera firme para crear un espacio y tomar el aire que ambos necesitábamos. Lentamente fue bajando la intensidad del beso, separó su boca de la mía. Respiró suave, con los ojos cerrados, recargando su frente en mi hombro y dejándome un cálido beso a su paso. Volvió a levantar ese rostro de facciones perfectas y sus orbes diaból
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