Años antes—Es irónico, ¿no? La mayoría de los hombres, por no decir todos, odian ir de compras con sus chicas. A ti, por el contrario, te gusta —digo sin despegar la vista del paseo de tiendas por el que conducimos. —No me gusta, es mi obligación por ser tu guardaespaldas —contesta él y sin premeditarlo, mi mano viaja a su vientre y lo golpea. Se ríe, obviamente. Mi golpe debe parecerle una caricia. Lo miro. Una sonrisa burlona adorna su pálida cara. —Eres un imbécil, Aleksei —le recrimino y él vuelve a reír. —Es broma, princesa. Sabes que me encanta pasar el tiempo contigo, así sea eligiendo ropa.
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