Ezequiel se veía contento.Agarró suavemente a Daniel por la nuca y entraron juntos en la cueva, tras Ibrahim, que iba empujando a Martín.Daniel notaba la mano sana de su padre, su calor, y una extraña satisfacción recorría todo su cuerpo. Era la primera vez que sentía que no le había fallado. Llevaba toda su vida, desde que tenía memoria, buscando un motivo para que su padre se mostrase orgulloso de él y, por fin, había conseguido saber lo que se sentía al lograrlo.Sin embargo, la satisfacción no era completa. La imagen de Milita acudía a su mente, la imagen del doctor, la de Martín… estaba cayendo en su propio juego. Él había usado el sentimiento de culpabilidad de Martín para con su padre y ahora, él mismo sentía ese sentimiento de culpa para el resto de personas a las que podría defraudar. El problema era
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