Raúl seguía esperando que Angélica le dijera qué significaba aquello de que el doctor no sólo le había ocultado información a ella. Estaban tan cerca que sentía el aliento caliente de la muchacha y la excitación se mezclaba con la rabia de tener que contenerse y reconocer que aquello que sentía no debería sentirlo. Ella parecía tan furiosa, tan rabiosa con él, tan llena de pasión, que Raúl la veía increíblemente hermosa y, al tiempo que deseaba apartarse, no era capaz de separar sus ojos de ella.—Te lo ha dicho ¿verdad? Te ha contado que somos mellizos.Angélica estiró los labios en una sonrisa, pero sus ojos estaban brillantes por las lágrimas.—No, Raúl, no me ha contado eso.Raúl elevó las cejas interrogante. Angélica le enganchó por la solapa de la camiseta y
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