Arreglada de manera juvenil, con un ligero vestido de minifalda y un discreto escote que resaltaba su hermosura, con la bolsa de piel colgada a su hombro izquierdo, Amanda, después de agradecerle al conductor del taxi, por su servicio, descendió del auto que la había llevado a su cita, dejando tras de sí un delicado y agradable aroma.El chofer del carro por aplicación, que ella había solicitado, se mantuvo en su lugar por unos minutos y la vio alejarse, caminando con porte, elegancia y categoría, desbordando una sensualidad tan natural que atraía las miradas de aquellos con los que se cruzaba en el camino.Se veía preciosa, era como una muñequita, luciendo sus agiles y esculturales piernas, sus diseñadas y formadas caderas al vaivén de su cintura y la candencia de sus pasos, dejando que su sedosa melena se agitara libremente con el aire, lo que le daba un toque poético a su cami
Leer más