Yuma había llegado a la guarida de Ona. Escondido entre los árboles esperaba que alguno de ellos apareciera, pero, al no haber movimiento alguno, decidió emitir el sonido tupi. Tuvo que repetirlo tres veces antes de ver aparecer al padre de Ona, camuflándose entre los árboles. El hombre se movía con sigilo, pero Yuma le localizó en seguida.—Ayak, soy yo —dijo Yuma, dejándose ver. Ayak le miró y salió completamente de su escondite.El rostro del hombre estaba serio, pero parecía calmado.—Yuma —murmuró.Luego se mantuvo callado y le hizo un gesto para que se alejaran de la guarida. Tomó a Yuma de un brazo y caminaron con rapidez hasta una zona cubierta de zarzas.—¿Qué es lo que ha pasado? Ona apareció ayer, desconsolada. Así que, al parecer, ella no había contado nada todav
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