Las pantallas a mis lados se iluminan. El lugar es sombrío, no hay suelo, más bien es algo transparente que me mantiene en pie. Me estremezco por los murmullos ahogados más allá de esta clase de bosque, llamada la mente de la bastarda.Empiezo a revisar cada pantalla, viendo momentos de su infancia, el cómo se cortó la lengua de pequeña por intentar cocinar algo, hasta su primer encuentro sexual. El ambiente es pesado y me siento flotar. A mis espaldas algo se mueve, me giro con celeridad, encontrándome con mi reflejo a través de un espejo empañado. Toco el cristal, y al hacerlo, su memoria reciente se muestra ante mí. Respiro hondo ante las escenas.Ella se encuentra justo detrás del vidrio de visión unilateral. Está observando al detenido con una máscara de enojo puesta en su rostro, oprime un botón del panel del control, desactivando las cámaras y a
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