Acomodo mi chaqueta junto a la bufanda mejor. Está haciendo mucho frio y Colt ni se inmuta de eso, estamos justo en la entrada de las calles bajas, le he sugerido que me acompañe a hacer otra revisión, pero esa revisión no existe, Gastón y yo lo vamos a confrontar, hacer que quite su control sobre nuestros otros compañeros. N puedo negar el terror me inunda al igual que el nerviosismo, además de la sed de venganza, aunque sea no estoy salivando como un perro demostrando esa emoción.
Él se gira, esperando a que diga algo. Trago saliva para disuadir la comezón en mi garganta, evidenciado mis ganas de tirarme al suelo y echar a llorar, porque estoy enfrentando al asesino de mi mellizo, de media entera de la comunidad de personas con habilidades… estoy enfrentando a un hombre extremadamente loco e insaciable. Me trago todas esas emociones.
—Necesito revisar la habitación de la mujer q
Las lágrimas fluyen al verlo. Sacudo la cabeza, no puedo creerlo.—¿Índigo? —exclama en un gruñido Gastón.Él sonríe con más fiereza.—Colt solo era un peón más que dejó infinidad de pistas. Sí, un fetichista, un obsesionado con una observadora. —Chasquea la lengua—. Es casi inmune como yo… pues es mi sangre, mi hijo. Todo este tiempo estuvieron siguiendo al tipo equivocado, oh sí.—Tú… —Mi boca tiembla y mis ojos se nublan más—. ¿Entonces el que estuvo en la habitación 53 era Colt, quien fingía mientras tú… tú enfermabas a la mitad de la sociedad?Aplaude, encantado.—¡Así es! Canario. —Inclina su cabeza con un tic en el ojo, similar al de su hijo—. Él solo era la distracción. Después
Soy un rastreador, el más inútil de los míos.Sin embargo, ese concepto se esfuma cuando Revenge Zhúric, la mejor observadora, me elige para que yo sea su compañero. Con ella me sumerjo en un mundo o más bien una telaraña que debemos desmantelar, ya que están atentando contra la comunidad a la que pertenecemos, pero no será fácil, porque sabemos que entre nuestros compañeros hay traidores que esperan dar su golpe definitivo y dejarnos noqueados.La apelpisía sigue esparciendo como la peste. No, peor. Cada vez más se adueña de nuevos huéspedes y deja a su paso la incertidumbre, además del desosiego.Una aventura llena de lágrimas y gritos de victoria me envuelve poco a poco.
Ciudad Silver—¿Por qué me elegiste? No soy bueno, soy muy torpe.Sus ojos taladran los míos, jamás había visto una mirada tan neutra como la de ella.—Los inútiles siempre son los mejores al final —contesta sin apartar sus ojos de mi cara.—¿Eso fue un halago? —tartamudeo.—Tómalo como quieras.Trago saliva, prefiero quedarme callado. Lo poco que he leído sobre ella ha sido demasiado contundente y voraz. Es un orgullo ser su compañero, más aún si la acompañaré a todas sus investigaciones.—¿Cuál es tu nombre completo? —inquiere, jugando con la solapa de su chaqueta.—Damián Damikovish.—Me gusta —musita—, en fin. Empaca tus cosas, dejarás de vivir aquí en la academia…&mdash
Ciudad Silver—Damián, te harás cargo de vigilar al terrorista Fisher Índigo. —Mi cara pierde color—. Está en la habitación 12. Ten cuidado, es un psicótico.Zhúric no espera respuesta, con simpleza palmea mi hombro antes de retirarse. Su superior Gastón niega con su cabeza, me da un gesto con su barbilla que no logro entender.—Aún no está recuperada del todo. Es alguien difícil de manejar —explica—, hace un mes que salió del coma al igual que el terrorista, si la ves todo el tiempo malhumorada es porque le duele sus extremidades por falta de terapia.—Ella fue la responsable de descabezar la mayoría de delitos que cometió su anterior compañero y jefe, pero ¿cómo pudo ser capaz en tan solo un mes, si no se recuperó como es debido?El hombre sonrí
Es la primera vez que veo un cuerpo mutilado. He logrado que uno de los médicos de la CCV me prestara un tapabocas, pues el olor a putrefacción es demasiado fuerte. Me inclino para mirar mejor el rostro mientras le tomo unas fotos; calculo que no ha sobrepasado la mayoría de edad, quizá tiene entre dieciocho y veinte años porque su rostro no ha envejecido lo suficiente. Alguna vez fue una linda señorita, pero tomó malas decisiones. Levanto las sabanas grises que la cubren para poder verificar bien su cuerpo; fue una furcia por la ropa que tiene puesta, que no deja nada a la imaginación. Me grabo a fuego lento el pequeño tatuaje que tiene en su clavícula, son unas siglas: DCM.—¿Sabe usted qué significa DCM? —le pregunto al médico más cercano.—Decesul cu moartea —contesta, se aleja un poco para extraerse los guantes y su tapabocas—, s
Le doy una inclinación a mi compañera, dándole el visto bueno para que me deje solo. Hago que el brazalete muestre mi placa en mi pectoral izquierdo, entre tanto, me preparo para tocar el timbre. Al hacerlo, un señor de edad se asoma por la puerta semiabierta.—¿Qué desea? —indaga, con voz cansada—Soy de la PLC[1]. Necesito hacerle algunas preguntas —suelto de manera mecánica. Si no me presento de este modo, me cerrará la puerta en las narices.—Claro, muchacho. ¿Desea pasar?Las palabras de Zhúric rebotan en mi cabeza cuando hace tan sencilla pregunta. “Ten cuidado de la confianza que te den, pueden estar camuflando algo mucho peor que una atención tan serena como esa; no importa si es un niño o un anciano, de todos modos, te pueden apuñalar por la espalda”. —No, gracias. No tardaré demasiado
A última hora de la mañana fui despertado por el superior, su voz me hizo tambalear y el mensaje fue mucho peor. Zhúric tuvo problemas con su habilidad, es decir, se puso como una cabra al no querer tocar a nadie. Y la entiendo, porque no se ha recuperado del todo, a lo seguro tener un viaje extracorpóreo de esa magnitud le hará tener más migrañas.—¿Dónde está? —inquiero a su sanador que se encuentra pálido y sudoroso.—Encerrada en su oficina —susurra, inquieto—. Quisimos que entrara en la mente de Jeorge Ask, pero se puso histérica, se rehusó a hacerlo.—No lo hará. ¿Acaso no has pensado en sus últimas migrañas? Ha utilizado mucha fuerza mental desde que se despertó y si ella hubiese entrado en esa mente, quizá quedaría atrapada en ella o moriría.—Ella es indispensa
—¿Qué hacía ella ahí? —Lo observo conducir. Su cara es indescifrable, típico de Gastón.—Estaba siguiendo nuestros pasos.—Pero ¿por qué?Me mira por unos segundos antes de volver la mirada al frente.—Quería respuestas. Quería sacarnos información a las malas del porqué su compañero salió siendo un canalla terrorista. Entonces se encontró con lo que no debía, así que nos informó sobre lo que presenció.—¿No estaba informada?Niega con su cabeza.—Cuando se destapó la verdadera fachada de Índigo ella no se encontraba en la ciudad. Es más, renunció porque está esperando a un hijo.Golpeo la parte trasera de mi cráneo contra el respaldar del asiento.—No me jodas…—Exacto, el n