Le doy una inclinación a mi compañera, dándole el visto bueno para que me deje solo. Hago que el brazalete muestre mi placa en mi pectoral izquierdo, entre tanto, me preparo para tocar el timbre. Al hacerlo, un señor de edad se asoma por la puerta semiabierta.
—¿Qué desea? —indaga, con voz cansada
—Soy de la PLC[1]. Necesito hacerle algunas preguntas —suelto de manera mecánica. Si no me presento de este modo, me cerrará la puerta en las narices.
—Claro, muchacho. ¿Desea pasar?
Las palabras de Zhúric rebotan en mi cabeza cuando hace tan sencilla pregunta. “Ten cuidado de la confianza que te den, pueden estar camuflando algo mucho peor que una atención tan serena como esa; no importa si es un niño o un anciano, de todos modos, te pueden apuñalar por la espalda”.
—No, gracias. No tardaré demasiado
A última hora de la mañana fui despertado por el superior, su voz me hizo tambalear y el mensaje fue mucho peor. Zhúric tuvo problemas con su habilidad, es decir, se puso como una cabra al no querer tocar a nadie. Y la entiendo, porque no se ha recuperado del todo, a lo seguro tener un viaje extracorpóreo de esa magnitud le hará tener más migrañas.—¿Dónde está? —inquiero a su sanador que se encuentra pálido y sudoroso.—Encerrada en su oficina —susurra, inquieto—. Quisimos que entrara en la mente de Jeorge Ask, pero se puso histérica, se rehusó a hacerlo.—No lo hará. ¿Acaso no has pensado en sus últimas migrañas? Ha utilizado mucha fuerza mental desde que se despertó y si ella hubiese entrado en esa mente, quizá quedaría atrapada en ella o moriría.—Ella es indispensa
—¿Qué hacía ella ahí? —Lo observo conducir. Su cara es indescifrable, típico de Gastón.—Estaba siguiendo nuestros pasos.—Pero ¿por qué?Me mira por unos segundos antes de volver la mirada al frente.—Quería respuestas. Quería sacarnos información a las malas del porqué su compañero salió siendo un canalla terrorista. Entonces se encontró con lo que no debía, así que nos informó sobre lo que presenció.—¿No estaba informada?Niega con su cabeza.—Cuando se destapó la verdadera fachada de Índigo ella no se encontraba en la ciudad. Es más, renunció porque está esperando a un hijo.Golpeo la parte trasera de mi cráneo contra el respaldar del asiento.—No me jodas…—Exacto, el n
Me desplomo en la mi silla giratoria. Sobre mi mesa se encuentran las tablets holográficas con la información suficiente con el caso que nos asignaron. Después de la verdadera demostración de emociones por parte de Zhúric, Gastón nos interrumpió dándonos esto. Más tarde saldremos a revisar de nuevo la calle en donde se ubica aquella casa que contenía centenares de fotos de la rubia y de ciertos personajes. Aunque esperaré a mi compañera, puesto que decidió hacerse cargo de la cremación de Greta junto a su bebé… esparcirá las cenizas en una maseta con semillas de gardenia que cuidará con esmero.—Haré eso porque es como si restableciera todo. Como si sus vidas crecieran a través de una planta. Es mi redención.Comentó con una sonrisa de medio lado y con una nueva cicatriz a su colección, gracias a
Al regresar con la mente aún en lo sucedido con Ask, me encontré con Zhúric sentada en el borde del andén, esperándome. Esta vez si quiso tener ayuda de los sanadores que no tardaron en cicatrizar su frente y mas o menos su muslo que está con una venda. Me miró sin decir nada mientras me sentaba a su lado con un suspiro; ni se ha quejado de eso hasta ahora.—La mente de Rick estaba distorsionada, es como si hubiese sufrido una amnesia —susurra, con el mentón en la cima de sus rodillas—, la CCV comentó que investigará eso, y, por ende, decidieron llevárselo a su plantel. Gastón no lo negó, pues necesita saberlo al igual que yo.Al no obtener mi respuesta me ve interrogante. Cuánto me gustaría decirle que hay alguien más que se preocupa de ella y la protege a escondidas… no me gusta ocultárselo, pero toca. Reitero: nos conocemos
Todos tenemos un pasado que no deseamos mostrar con facilidad, pero yo se lo mostré en su totalidad a mi jefe y muy poco a mi compañera. Ya no la veo como tal, ni como a una amiga, la siento y veo como algo más allá de esos apodos… no la siento como mía, pues no es un objeto que puedo utilizarlo cuando se me venga en gana, la aprecio como mi complemento.Me levanto de la cama, no logro conciliar el sueño gracias a mi mente que divaga demasiado. Aparto las cortinas para observar el edificio de al frente, están en plena fiesta, pero respetan que los demás se encuentran roncando, pues el volumen de la música no es para nada alto.Me giro para salir y hacer algo de comer. Zhúric debe de estar en su oficina junto a Gastón; entre observadores se entienden. Trabaja hasta tarde, es demasiado enfocada en su labor, por ello no duerme lo suficiente, solo dormita.—Pero si estoy aqu&ia
Ella gime intentando llevar oxígeno a sus pulmones. Caigo de rodillas frente suyo, impactado y moviéndome de adelante hacia atrás; las lágrimas se deslizan libres. En el momento que se desploma la agarro, aún tiembla y sigue sin entender bien lo que hice. La impotencia es reemplazada por la cruda furia, la abrazo contra mí, sollozando. Negando una y otra vez con la cabeza… soy un monstruo, uno de los peores.Su rostro se drena de color, abre la boca para sacar algunas palabras, pero lo único que expulsa es su sangre. Sus ojos turbios pierden el brillo con celeridad, me sigo moviendo, ignorando mis lamentos para poder enfocar mi mirada en la herida, es tarde… no podré llevarla a algún centro médico cercano, es grave, no cesa de sangrar. Mis hombros tiemblan más. ¿Qué hice?—Damián —tartamudea con las pocas fuerzas que reúne—, tranquilo
Ciudad SilverDespierto agitada; la misma pesadilla regresó. El gélido sudor se desliza por mi frente, haciéndome recordar que no lograré salir de la culpa tan fácil… los recuerdos siguen ahí, sin querer soltarme. Me inclino con un suspiro para saber la hora, esta me saluda con letras rojas y con un bufido vuelvo a caer sobre las sábanas. Ya es de madrugada y afuera el bullicio de la ciudad no cesa. Vuelvo a levantarme, de ese modo dejo que las sábanas húmedas se deslicen hasta posarse en el suelo; no veo la hora de poder salir a la playa, pero el clima parece no querer dar el brazo a torcer. He anhelado el descanso desde que entré a mi oficina como una detective hecha y derecha. Ahora que la tengo, no he podido disfrutarla como es debido.Trazo con los dedos aquella cicatriz que se extiende por mi hombro y muere en mi omoplato. “Marcas de guerra”, ot
Ciudad OcreSalto los botes de basura sin perder de vista al fugitivo. Mis pulmones se cierran con fuerza y la garganta se me seca al girar; lo hallo e intenta rebanarse las muñecas. Mi cuerpo colisiona con el suyo antes de que la navaja pase por su pálida piel.Lo inmovilizo y, con rapidez, saco las esposas de electricidad de mi chaleco. Él se resiste como una lombriz, pero logro ponérselas. Su organismo convulsiona por el choque eléctrico de la cuerda que sostiene cada grillete y esto hace que se calme, de este modo, el alambre deja de despedir electricidad.Este tipo de esposas es para eso; las cargas eléctricas que sueltan son como un calmante o dopante a la hora que entra en contacto con alguien nervioso (se activan al presenciar que el nivel cardiaco es elevado, pues las muñecas empiezan a palpitar revelando el pánico). Es un mecanismo sofisticado y realmente bueno.